CUMBRE DEL CLIMA
Indiana Jones contra el
imperio Trump
Estados Unidos tira de estrellas:
Harrison Ford y Michael Bloomberg llegan a Madrid a ocupar el hueco del
presidente
Un coro de “Oh, my God!, oh, my
God!” recorre una muchedumbre que se agolpa contra un pequeño pabellón
perteneciente a Estados Unidos. Son las cuatro de la tarde. Ese pabellón tiene
un lateral transparente y ahí la gente también se amontona hasta interrumpir el
paso en esta zona de la cumbre. Estados Unidos ha hecho con el clima lo que
hace con el baloncesto en los Mundiales: tirar de estrellas cuya presencia lo
eclipsen todo. Había desilusión, impaciencia y frustración estos días con el
gigante norteamericano, cuyo presidente, Donald Trump, es uno de los mayores
negacionistas del cambio climático. Contra eso, política y espectáculo.
Michael Bloomberg, el
multimillonario exalcalde de Nueva York y candidato a las primarias del Partido
Demócrata. Y Harrison Ford, o sea, Han Solo, Indiana Jones y Rick Deckard en
persona atravesando la Zona Azul de Ifema entre teléfonos móviles levantados,
gritos de “oh, my God!” y excepcionales medidas de seguridad. Qué más da lo que
dijese, si el golpe propagandístico había sido rápido (convocatoria de urgencia
esta mañana) y fulminante a cargo de quien mejor puede enfrentarse a Trump —y
también fue presidente en el filme Air Force One— en el peliculero terreno que
a él le gusta: el de los héroes de acción.
En forma extraordinaria a sus 77
años, traje azul con corbata, Ford apunta a la Casa Blanca: acusa de “falta de
valentía” a Trump por decir que se iba del Acuerdo de París al contrario que
empresas, organizaciones civiles y Administraciones estadounidenses
comprometidas con la reducción de emisiones, le reclama “coraje” (vocabulario y
códigos de guion hollywoodiense) y le pone deberes: “Tenemos que proteger la
capacidad de la naturaleza para apoyar a la humanidad. Tenemos que reducir
drásticamente nuestra dependencia de los combustibles fósiles, acelerar la
transición a energías limpias y renovables, ya que una gran parte de la
solución climática puede provenir de proteger la capacidad de la naturaleza
para almacenar carbono”. Luego citó a los pueblos indígenas (“El mundo necesita
mejorar la diversidad de nuestras conversaciones culturales y políticas: los
indígenas deben tener un asiento sobre la mesa”), el Amazonas (“Es necesario
poner fin a la deforestación y exponer los mecanismos financieros perniciosos
que la financian: estamos destruyendo bosques tropicales y boreales intactos,
destruyendo la biodiversidad y los pueblos indígenas y su conocimiento de estos
lugares”) y los jóvenes (“No podemos seguir negándoles la emergencia para
dirigir su futuro: necesitamos salir del camino y dejar que lideren”).
El cronista espera a Harrison
Ford tratando de tararear las canciones de sus películas legendarias pero al
final lo único que sale es “Indiana, Indiana, me tienes hasta la banana” porque
España es como un virus: no sale nunca, no se va, te persigue hasta Hollywood
si hace falta. Ford, entre aplausos y gritos americanos (esos “uuuuuuuh”) que
siempre se escuchan al fondo, se sienta en primera fila para dar paso a Michael
Bloomberg, un señor de su misma edad que ahora quiere gobernar Estados Unidos. No
se entiende esta acción norteamericana en Madrid sin él, su influencia política
y la necesidad de ocupar los espacios que el escepticismo de Trump deja vacíos.
Nada que no dijera él mismo, Bloomberg, antes en otro acto: “Estoy aquí porque
Trump no ha venido”. “La razón por la que estoy aquí es muy sencilla”, recoge
Europa Press. “Porque su Administración rechaza luchar contra el cambio
climático y nosotros tenemos que hacer el trabajo. Sabemos que tenemos mucho
más que hacer, hay nuevas evidencias cada día de que el cambio climático va a
peor. Debemos redoblar esfuerzos”.
Mover a Harrison Ford es como
empujar un tractor. Trata de abrirse paso por la cumbre con la dificultad de un
animal rodeado de elefantes. Hay voces de todos y para todo. “Pregúntale cuánto
consume el Halcón Milenario”, dice uno. Ford está mayor, pero lo finge bien.
Como el planeta, que cada vez lo finge peor.