La OTAN lanza la mayor ofensiva en Afganistán desde la invasión de 2001


Seis mil soldados cercan el último gran bastión de los talibanes en la ciudad de Marjah.- Es el primer gran asalto desde que el presidente Barack Obama ordenó el envío de 30.000 soldados más al país.- Karzai pide a fuerzas internacionales que eviten bajas civiles en la operación
AGENCIAS / EL PAÍS - Marjah / Madrid - 13/02/2010

A nadie cogió por sorpresa. Las tropas aliadas llevaban semanas anunciando que atacarían Marjah (provincia de Helmand), el más grande fortín de los talibanes al sur del país según la OTAN. Se sabía que ese pueblo es clave en el control de la producción de opio en la sureña provincia de Helmand y que el opio es básico para financiar las campañas de los talibanes. Se estimaba que allí residen entre 400 y 1000 talibanes. Se había avisado a los 120.000 habitantes del pueblo y lugares aledaños de que convendría que despejasen la zona. Se había bautizado la operación con el nombre de Moshtrarak, que significa juntos en dari, en referencia a la unión de soldados estadounidenses y afganos para la misión. Sólo quedaba emprender el ataque. Y esta madrugada, antes de que amaneciera, alrededor de 6.000 militares emprendieron la marcha hacia Marjah.

Unos 4.500 marines, 1.500 soldados afganos y otros 300 militares estadounidenses y británicos avanzan a pie, en tanques y por aire para intentar tomar el control de la ciudad. Según la agencia Reuters, un pelotón de marines se encuentra ya a la entrada de la ciudad y ha comenzado a intercambiar disparos y al menos dos misiles con los insurgentes.




"El mensaje para los talibanes es: será fácil o difícil, pero llegaremos", aseguró el general John Nicholson, comandante de los marines en la provincia de Helmand Province, en declaraciones al diario The New York Times poco antes de que comenzara la operación, denominada Moshtrarak (juntos). La campaña fue anunciada la semana pasada a bombo y platillo por el general McChrystal, máximo jefe militar de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, en sus siglas inglesas) desplegada en la zona, en un esfuerzo propagandístico por ofrecer la mejor cara de un conflicto bélico que ya ha cumplido ocho años sin que termine de ofrecer resultados aceptables para la opinión pública.

El asalto, el primero desde que el presidente de EE UU, Barack Obama, ordenó el envío de 30.000 soldados más a Afganistán el pasado diciembre, es el inicio de una campaña para imponer el control en las zonas controladas por los rebeldes y empezar a replegarse a partir de mediados de 2011. Es también la mayor operación de ataque desde que las tropas estadounidenses invadieron el país en 2001.




El objetivo es desalojar a los talibanes de una zona clave donde los integristas han logrado fabricar bombas sin ningún tipo de oposición, producir opio y entrenar a sus combatientes. Desde hace tres años ha permanecido impenetrable para las tropas afganas y de la OTAN. El camino hacia el fortín de los talibanes estará plagado de bombas y minas. Pero las fuerzas aliadas ya cuentan con eso. Según los oficiales al mando de la operación, lo que más preocupa son las bombas de fabricación artesanal, el arma más letal de los talibanes, que han producido más del 60% de las bajas entre las tropas de la coalición.

Qari Fazludin, jefe talibán de la zona, explicó ayer a REUTERS que cuenta con más de 2.000 combatientes que están dispuestos a luchar para defender el bastión. Los comandantes estadounidenses y afganos han reconocido que se espera una lucha dura que llevará varios días, si no semanas.

Aviso a la población

El presidente afgano, Hamid Karzai, ha pedido a las tropas internacionales que eviten las bajas civiles durante los combates. En un comunicado del Palacio Presidencial, Karzai hace un llamamiento al mando militar internacional para que descarte el uso de bombardeos en zonas pobladas por civiles. El presidente afgano afirma también que la ofensiva que se desarrolla desde la pasada madrugada en el bastión talibán de Marjah es una oportunidad para que los insurgentes que desean abandonar la violencia "se reintegren en la vida civil".

Durante las semanas previas a la operación la OTAN ha intentado buscar la alianza del mayor número de líderes tribales. El objetivo es causar el menor número posible de bajas civiles entre la población afgana. Para eso, habría sido deseable que una gran masa de habitantes se hubiera desplazado estos días, pero sólo unas mil personas abandonaron el pueblo. Otros miles que también querían huir no pudieron hacerlo porque se lo impidieron los rebeldes.

Poco antes de comenzar la ofensiva, varios helicópteros lanzaron octavillas sobre la ciudad y los alrededores (se calcula que hay alrededor de 125.000 residentes en total) para prevenir a la población civil y aconsejar a todos los residentes que permanezcan en sus casas. La radio local también difundió mensajes de advertencia.

Cualquier baja civil hará aún más difícil para las fuerzas aliadas conseguir derrotar a los talibanes en aquellas zonas donde han conseguido mantenerse inexpugnables durante varios años. Los países de la OTAN deberán encontrar también vías económicas alternativas para conseguir suplantar el beneficio que genera en la población la producción de opio.

Conscientes de que la colaboración de la población civil es importantísima, las fuerzas aliadas han avanzado la noticia de la operación durante meses, a diferencia de lo que ocurrió con otras operaciones sorpresivas donde las víctimas civiles fueron las primeras en caer.


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