UNESCO
Las ‘antigüedades de sangre’ financian el yihadismo
Interpol y la Unesco se movilizan para tratar de cerrar los mercados a piezas arqueológicas saqueadas en Siria e Irak
Las fotos de satélite tomadas en ciudades milenarias de Siria no dejan lugar a dudas: el Estado Islámico (EI) está saqueando de manera sistemática yacimientos arqueológicos. Incluso algunos expertos creen que los destrozos filmados y difundidos por Internet de museos y sitios históricos
no son más que una pantalla, ya que las antigüedades constituyen una
forma muy lucrativa de financiación. “¿La destrucción de piezas es por
motivos religiosos o para encubrir la desaparición de objetos que nadie
va a buscar?”, se pregunta un miembro del equipo de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil
española. “No sabemos lo que se está perdiendo, pero se está generando
un volumen increíble de piezas”, prosigue este agente con 30 años de
experiencia.
Aunque sobre el terreno poco se puede hacer para frenar el desastre
tras cuatro años de sangrienta guerra civil en Siria –los terroristas
del EI no son los únicos que buscan dinero en las antigüedades– y trece
años de caos en Irak, la comunidad internacional se está movilizando
para tratar de impedir que estas piezas, llamadas antigüedades de sangre, alcancen los mercados. Interpol ha celebrado esta semana un encuentro internacional sobre el tema,
mientras que el Consejo de Seguridad de la ONU prohibió a finales de
febrero la exportación de antigüedades de Siria e Irak. Sin embargo, es
muy difícil que estas medidas sean efectivas para impedir un tráfico tan
rentable como el de armas o drogas.
“Mis informantes me dicen que los objetos más pequeños están siendo
exportados ya ilegalmente a Europa”, explica Arthur Brand, investigador
de la empresa Artiaz,
con sede en Amsterdam, especializada en localizar arte robado, ya sean
obras saqueadas por los nazis o por el EI. Brand fue uno de los primeros
en denunciar este sistema de financiación, cuando los talibanes se
apoderaron de Afganistán y piezas milenarias empezaron a emerger en los
mercados de antigüedades europeos. De hecho, el semanario alemán Spiegel
publicó que Mohamed Atta, el líder de los terroristas suicidas del 11S,
había tratado de vender antigüedades afganas en Alemania pocos meses
antes de los atentados.
La detective Claire Hutcheon, de la unidad de arte y antigüedades de Scotland Yard,
explica desde Londres que "actualmente existen cuatro investigaciones
en curso" relacionadas con antigüedades sirias. "Todas ellas requieren
ayuda internacional. Un artefacto saqueado en un país pasa por muchas
manos antes de emerger en el Reino Unido. Esto significa que nuestra
unidad tiene que trabajar muchas veces con autoridades extranjeras
durante investigaciones muy largas". Lynda Albertson, presidenta de ARCA (Asociación para la Investigación de Crímenes contra el Arte),
una fundación dedicada a la investigación de los crímenes contra el
patrimonio con sedes en EE UU e Italia, cree que la clave está en la
cooperación internacional y en dotar de recursos a las fuerzas de
seguridad: "La única forma de impedir que se saqueen antigüedades en
Siria, Irak o Bulgaria es acabar con las redes que mueven los objetos
desde los países de origen hasta los compradores individuales. Eso sólo
se puede conseguir con más policías investigando".
Todos coinciden en que, por ahora, no están llegando a los mercados
un número significativo de objetos provenientes de Irak y Siria. “Los
objetos grandes los están guardando, porque ahora mismo no pueden
colocarlos”, explica Arthur Brand. El guardia civil es de la misma
opinión: “Ahora todo el mundo está muy alertado y circulan listas rojas
de piezas. Lo que sí me consta es que están desapareciendo piezas de
museos y también la documentación que las acompaña, de tal manera que su
origen se pierde”. Las piezas pueden venderse en el mercado negro o
pueden tratar de blanquearse falsificando lo se llama la Provenance –el
origen de la antigüedad–. “Pueden decir que estaba en la colección de la
familia desde hace 100 años. Es muy difícil de demostrar lo contrario”,
asegura Brand.
A diferencia de los cuadros, las piezas arqueológicas son mucho más
difíciles de identificar. Primero, porque no se sabe lo que están
sacando actualmente de Siria e Irak a través de excavaciones ilegales.
En algunos casos, terroristas del ISIS excavan directamente y, en otros,
dejan trabajar a los piratas que ya conocen las redes para introducir
las piezas a través de Líbano, Egipto o Turquía y les cobran un
porcentaje sobre la venta. Segundo, porque las fronteras del mundo
antiguo no se corresponden con las actuales y en el caso de piezas
romanas o griegas es imposible saber de dónde vienen. Hace unos años se
descubrió un sarcófago romano en Spitalfields, un barrio cerca de la
City de Londres. Los arqueólogos se llevaron dos sorpresas: los objetos
se habían conservado muy bien, hasta las telas, y la mayoría de ellos
venían de Siria. La dama de Spitalfields, como se bautizó el hallazgo
que puede verse en el Museo de Londres, demostraba que el mundo antiguo
estaba ya profundamente globalizado. La abogada Kimberly Alderman-Penix,
experta en legislación sobre antigüedades, señala: “Por el objeto en sí
mismo es casi siempre posible conocer el periodo y la cultura que lo
creó, pero es una información que no siempre se puede asociar a un
país”.
Los yihadistas controlan un número enorme de yacimientos
arqueológicos de incalculable valor, de civilizaciones que van desde los
asirios hasta romanos, griegos, islámicos… Por algunas ciudades han
pasado todas ellas, como Apamea, que fue helenística –conquistada por
Alejandro Magno–, romana y bizantina y en la que se han detectado por
satélite cientos de agujeros recientes. Algo similar ocurre en Dura
Europos, otro yacimiento importantísimo, también en el territorio del
EI. Muchos de estos sitios no han sido excavados a fondo en décadas: es
imposible saber lo que está saliendo porque es imposible saber lo que
hay. También el EI tiene a su merced museos importantes, como el de
Mosul o el de Raqqa –el califa de las Mil y una noches, Harun al Rashid movió su corte en 796 desde Bagdad a esta ciudad, que es ahora la sangrienta capital de Daesh–.
“El mercado negro de obras de arte es tan lucrativo como el de las
drogas, las armas o las falsificaciones”, señaló el secretario general
de Interpol, Jürgen Stock, durante la apertura en Lyon, sede de la
agencia, de la conferencia internacional. “En el caso de las
antigüedades, representa además una fuente potencial de enormes ingresos
para el terrorismo”, agregó. Aunque todavía no hayan alcanzado el
mercado, es muy posible que las piezas más importantes ya estén saliendo
de Oriente Próximo. Permanecen a buen recaudo, esperando a que baje la
atención mundial. “No es el momento de comercializar, sino de tenerlo
guardado”, explica la Guardia Civil. Lynda Albertson asegura que "es
inútil tratar de cuantificar cuanto dinero está consiguiendo el EI con
el mercado negro porque desde el saqueo hasta el vendedor pueden pasar
años". Esta experta cita el caso de antigüedades camboyanas de Angkor
Wat que aparecieron en la sala de subastas Christie's 40 años después
del final de la guerra civil. El ISIS no está apostando tanto por su
financiación presente como por su financiación futura.