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Las elecciones de Israel se convierten en un plebiscito sobre Netanyahu
El primer ministro hace otro llamamiento a la derecha nacionalista al depositar su voto
Juan Carlos Sanz
Jerusalén
17 MAR 2015 - 10:34 CET
Israel se mantendrá en la incertidumbre hasta las diez de la noche
(las nueve en la España peninsular) de este martes cuando cierren los
colegios electorales. Desde el amanecer los centros de votación estaban
rodeados de militantes de los partidos que hacen campaña hasta en la
misma jornada electoral, convertida en un plebiscito sobre la
continuidad del primer ministro conservador, Benjamín Netanyahu. Los
cerca de seis millones de electores convocados a estas legislativas
anticipadas decidirán sobre si revalidan en un cuarto mandato al líder
del Likud o se inclinan por la alternancia en el poder, encarnada por el
laborista Isaac Herzog, que puede convertirse en el primer gobernante de su partido tras 14 años de hegemonía de centroderecha.
Netanyahu fue de los primeros en votar poco después de las siete de
la mañana en Jerusalén acompañado de su esposa, Sara, que ha sido
criticada durante la campaña por los gastos excesivos en la residencia
oficial del jefe de Gobierno. “No habrá Gobierno de unidad [gran
coalición] con el Partido Laborista”, advirtió el primer ministro a la
salida del colegio electoral. “Habrá un Gobierno de unión de fuerzas
nacionales”, puntualizó, antes de anunciar que incorporará a su
coalición al líder de Hogar Judío y actual ministro de Economía, Neftalí
Bennett. El líder del Likud hace así un nuevo guiño a la derecha más nacionalista
y a los colonos de los asentamientos judíos para que no dispersen el
voto y lo concentren en su partido. Necesita sumar más de 20 escaños de
los 120 de la Knesset (Cámara) para poder encabezar una coalición de
centroderecha.
Sus rivales de la Unión Sionista, la alianza del laborista Herzog y
la exministra centrista Tzipi Livni, le aventajan en los últimos sondeos
con 25 escaños. "Las opciones residen entre votar por el cambio y la
esperanza o hacerlo por la desesperanza y el descontento", ha declarado
Herzog a la prensa tras depositar su voto en un colegio electoral de Tel
Aviv. En un anuncio de última hora, Livni renunció el lunes a turnarse
con Herzog al frente de un eventual Gobierno. El gesto ha sido
interpretado como un mensaje para que los partidos ultraortodoxos judíos
se sumen a una coalición de centroizquierda tras los comicios.
Miles de ciudadanos residentes en el exterior han viajado para votar
hasta Israel, donde no existe el voto por correo ni se puede ejercer el
sufragio en embajadas o consulados. Al cierre de los colegios
electorales está previsto que las principales cadenas de televisión
difundan un sondeo conjunto a pie de urna, que generalmente anticipa los
resultados oficiales. Pero los israelíes tendrán que esperar para saber
quién encabezará el nuevo Gobierno y con qué apoyos contará en el
fragmentado nuevo Parlamento. El sistema electoral proporcional casi
puro y la circunscripción única nacional favorecen la tradicional
atomización de la Knesset. Ningún partido israelí ha conseguido mayoría
absoluta desde la independencia del país, en 1948. De manera que no es
el partido más votado el que forma el Ejecutivo, sino el que cuenta con
más respaldos para la investidura de su líder. El proceso de
negociaciones políticas puede dilatarse más de un mes, según la
legislación electoral.
Tan sólo la reciente elevación del umbral que permite el acceso a la
Cámara de 2% al 3,25% de los sufragios puede corregir esa tendencia. Por
un lado ha impulsado la constitución de la Lista Conjunta árabe
(integrada por cuatro pequeños partidos), que está previsto que se
sitúe como tercera fuerza parlamentaria con 13 escaños, según las
encuestas finales de intención de voto. La barrera del 3,25% amenaza sin
embargo la supervivencia de los partidos Meretz (izquierda) e Israel,
Nuestra Casa (ultraderecha), del ministro de Asuntos Exteriores Avigdor
Libermann, que pueden quedar excluidos de la nueva Knesset.
Paradójicamente, fue precisamente Libermann quien propuso subir el
listón que da acceso a la Cámara para cerrar el paso a los partidos
árabes, a los que califica de “traidores a Israel”.