Lula con Chávez: un juego riesgoso


Análisis
Factores políticos, y no sólo económicos, pesan en actitud del presidente de Brasil


Venezuela obtuvo una victoria pírrica y muchos cuestionamientos durante la votación en el Senado de Brasil (ARCHIVO)
Luego de tres años presionando, haciendo lobby, Luiz Inácio Lula da Silva finalmente logró que los senadores opositores del Congreso brasileño aprobaran el protocolo de adhesión de Venezuela al Mercado Común del Sur. Una victoria pírrica, por sólo ocho votos de ventaja (35 votos a favor y 27 en contra) y tras largos y penosos debates en los que tanto la diplomacia pragmática de Lula, como el autoritarismo de Hugo Chávez, fueron duramente cuestionados. Al presidente venezolano, además de tildarlo de "tirano y populista", lo compararon con Hitler, Stalin y Mussolini. Indirectamente, los congresistas hicieron responsable a Lula desde ya por lo que Chávez pudiera hacer en y desde el Mercosur, un bloque aún institucionalmente débil, no exento de problemas y asimetrías entre sus integrantes.

De modo que si su "amigo" Chávez incumple con las normativas democráticas del ente, si no se comporta con cordura y moderación siendo miembro pleno (en el caso de que logre la aprobación pendiente en el Congreso de Paraguay, cosa difícil por el momento), la culpa y el desprestigio recaerán sobre el presidente brasileño, sobre su Partido de los Trabajadores, y hasta sobre su candidata a la presidencia en las elecciones de octubre de 2010, Dilma Rousseff.

Y conociendo el talante y las ambiciones regionales del presidente Chávez, quien como miembro efectivo del bloque tendría poder de veto, cuesta creer que no tratará de politizar y desestabilizar el Mercosur como lo hizo con la Comunidad Andina de Naciones; que no propiciará conflictos con socios como Estados Unidos, Israel y Colombia; y que dejará de bloquear las negociaciones que en la actualidad se llevan con la Unión Europea (recordemos que por la firma de un Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y la Comunidad Andina de Naciones (CAN) fue que Chávez decidió sacar a Venezuela del organismo andino).

¿A qué se debe que Lula da Silva se las haya jugado por Hugo Chávez?, ¿hasta qué punto le vale la pena tomar el riesgo de tenerlo dentro del bloque del sur y darle la oportunidad de una mayor influencia en la región, más allá del ALBA y de Unasur?


Las razones económicas saltan a la vista, pero no son las únicas. También pesan factores políticos. Veamos.

"Es la economía, ¡estúpido!"
Esta célebre frase utilizada por Bill Clinton contra George Bush (padre) en la campaña presidencial estadounidense de 1992, es la que mejor define el principal motivo de Lula en su defensa por el ingreso venezolano al Mercosur. Para nadie es un secreto que desde su llegada al poder en 2006, las relaciones económicas bilaterales entre Brasil y Venezuela han crecido en forma sostenida y hoy en día son especiales, prioritarias para ambos países. Ya en 2007 Brasil se convirtió en el segundo socio comercial venezolano, detrás de Estados Unidos, el principal consumidor del petróleo venezolano. En 2008 el comercio bilateral alcanzó los US$5.700 millones -un avance del 12,21%- aunque el balance es notoriamente desfavorable a Venezuela, pues importó bienes por US$5.150 millones, y exportó apenas por un valor de US$538,5 millones, dejando a Brasil con un superávit de US$4.611 millones. A Lula da Silva no sólo le conviene mantener esas cifras, sino incrementarlas. En este momento se le abre una gran oportunidad porque Venezuela, que importa 70% de lo que consume, necesita sustituir el importante mercado de importación de mercancías que hasta mediados de este año le representaba Colombia y que ahora no tiene en virtud de su decisión de bloquear económicamente a este país por impasses políticos con el gobierno de Álvaro Uribe.


Más allá del incremento del intercambio comercial, a Lula le interesa la profundización de la presencia petrolera venezolana en Brasil y avanzar en proyectos conjuntos, tales como los de la interconexión fluvial y eléctrica con los estados del norte de Brasil, los de transporte terrestre y aéreo, los del área de turismo y telecomunicaciones, entre otros. Solamente en el marco de la visita del presidente Lula a Venezuela a principios de noviembre, Petróleos de Venezuela firmó cinco acuerdos vinculados a hidrocarburos y petroquímica con la estatal Petrobras y la privada Odebrecht, S.A. Uno de los acuerdos entre Pdvsa y Petrobras es para la construcción y operación conjunta de la refinería Abreu e Lima, en el estado de Pernambuco (Brasil), que operará en 2011 con una capacidad de refinación de 230.000 barriles diarios.

Por otra parte, el ingreso venezolano al Mercosur también fortalecería el producto interno bruto del conjunto del bloque y lo extendería hacia el norte de América del Sur, lo cual le representaría mayor influencia en la región caribeña. Ello le rendiría mayores beneficios a los estados del norte de Brasil.

Otras razones
También hay intereses político-estratégicos, aunque no ideológicos. No estoy con los que creen que, en el fondo, Lula y algunos de su equipo, como su canciller Celso Amorim o su asesor Marco Aurelio García, tienen afinidad ideológica con Chávez. La verdad es que no lo creo. Me parece más bien que el pragmático mandatario brasileño, junto a sus maquiavélicos asesores, no ha hecho sino utilizar al vecino militar populista para reforzar su propio proyecto de izquierda democrática, su liderazgo regional. En realidad, oponiéndose al chavismo, pero con particular moderación, incluso apoyándolo en situaciones clave, Lula ha logrado contrastar con la forma de oposición directa de otros países, en particular con la de Estados Unidos y Colombia bajo los gobiernos de George W. Bush y Álvaro Uribe. Da Silva ha logrado venderse como el único que puede controlar a Hugo Chávez y que es más efectivo contenerlo con estrategias de apaciguamiento que con las de confrontación. A ello se debe, en gran parte, que la mayoría de los gobiernos latinoamericanos giren en torno a su liderazgo y no al de Chávez. En suma, abriéndole la puerta de Mercosur a Chávez, Lula busca reforzar su propio liderazgo y proyecto nacional e internacional. Sin embargo, una cosa es abrirle la puerta y otra es tenerlo adentro. Lula ha hecho creer que es mejor mantener al presidente venezolano dentro del bloque, cumpliendo con algunas reglas, que fuera de él, aislado y contando sólo con el ALBA. Pero, ¿es esto lo que realmente piensa y quiere?

Como muchos mandatarios y analistas, Da Silva debe tener claro el riesgo que corre su autoridad y prestigio, así como el futuro del Mercosur, si el venezolano se convierte en miembro pleno. Él sabe lo difícil que será lograr en la práctica que su "amigo" cumpla con el Protocolo de Ushuaia, el cual estipula que "la plena vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para el desarrollo de los procesos de integración" del bloque, cuando todavía no ha aceptado otros criterios para poder formar parte del mismo, como la adopción de la Tarifa Externa Común vigente. Lula también sabe que el Mercosur aún no cuenta con mecanismos efectivos para hacer cumplir sus requisitos democráticos. De modo que cualquier presión futura a Chávez podría fracasar por este motivo.

Tal vez, por todo lo anterior, es que algunos funcionarios de Itamaraty sostienen a sotto voce que Lula está ligando que los congresistas paraguayos cierren en forma definitiva la puerta que él abrió para el ingreso de Venezuela a Mercosur.

Sería lo ideal para el presidente brasileño. Se sacaría un problemón de encima, quedando a la vez muy bien con su "hermano del alma".

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