Los chilenos votarán por un cambio generacional



La derecha amenaza con volver al poder 20 años después del fin de la dictadura
Por quinta vez desde el regreso a la democracia, los chilenos acudirán a las urnas para elegir a un nuevo presidente, en unas elecciones que demostrarán hasta dónde la nación sureña puede dar lecciones de democracia a sus partidos políticos y, luego de veinte años, abrirle paso a un gobierno conservador.

Además de elegir al sucesor de la presidenta socialista Michelle Bachelet, se renovará a la cúpula del Congreso y la mitad del Senado, con lo que se abre un capítulo interesante en la disputa por el poder en un país que aún convive con los recuerdos de 17 años de dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

Cuatro candidatos buscan llegar al Palacio de La Moneda, y quien lo logre tendrá que enfrentar a un Congreso -que prevén las encuestas y expertos- estará fragmentado.

Asimismo, un nuevo marco de alianzas estratégicas regionales acompañará al próximo inquilino de La Moneda, por lo que deberá campear para mantener la posición de equilibrio que abanderó el Chile de Bachelet.

Por un lado, el millonario empresario de derecha Sebastián Piñera, de la opositora Coalición por el Cambio, lidera las encuestas de votos, dándosele como vencedor de estos comicios.

Su programa de gobierno cambiaría el espectro político que tiene Chile desde hace cinco décadas y según los analistas configuraría las relaciones exteriores del país por su oposición a hacer concesiones en las disputas territoriales con Bolivia, y en otro aspecto, por su vinculación con el empresariado.

El segundo en sondeos es el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, abanderado del gobernante partido de coaliciones, La Concertación, de quien se prevé mantenga la línea de Bachelet, pero siendo más díscolo hacia los gobiernos de izquierda radical y sus aliados, en esto similar al propio Piñera.

Tercero en las encuestas, el liberal de izquierda Marco Enríquez-Ominami (MEO), de 36 años de edad, rejuveneció la contienda y se presentó como independiente siendo la gran revelación de estos comicios.

Disidente del oficialismo, ha dicho que de llegar al poder rechazaría "las viejas alianzas" que permitieran la continuidad en el poder de los líderes de los partidos tradicionales chilenos, un hecho que reconfiguraría por completo la escena política nacional.

El comunista sexagenario Jorge Arrate Mac Niven, representante de la izquierda, es el abanderado por Juntos Podemos, que agrupa al Partido Comunista y a la Izquierda Cristiana. Arrate fue otra sorpresa.

Dispuesto a gobernar con todos, Arrate está consciente -por los sondeos- de que no llegará al poder, aunque una alianza de los comunistas con los votos de Frei y Enríquez-Ominami para impedir el triunfo de la derecha de Piñera, representaría la vuelta al poder de los comunistas luego de 36 años de aislamiento.

Un punto en común Las encuestas apuntan a que ningún candidato obtendrá 50% de los votos, por lo que todo se definirá en una segunda vuelta el próximo 17 de enero.

La Concertación logró vencer por la vía del voto la dictadura de Pinochet, y desde su salida en 1990 ha ostentado el poder, pero esos veinte años de gobierno la ha desgastado como partido.

Mauricio Weibel, periodista e investigador del Centro de Estudios de la Comunicación del ICEI en Chile, advierte que "independientemente de quien asuma el poder, lo hará con minoría en el Parlamento".

"Si gana Piñera -dice Weibel- la derecha no va a tener mayoría en el Congreso. Si gana Frei, tendrá una mayoría, pero muy débil. Porque va a estar haciendo alianzas que ya están muy heridas, que tiene problemas de convivencia interna".

La debilidad de La Concertación está reconocida por sus propios líderes y es sobre eso que también los chilenos votarán. "El desgaste tiene que ver con aspectos de convivencia interna, con brotes de corrupción que han mermado la confianza de la ciudadanía", agrega Gustavo Martínez, del Centro de Estudios de Opinión Pública.

El hecho de que los líderes de hoy sean los mismos de hace 20 años demuestra que los chilenos se han distanciado de sus partidos, y que en 1990 se inscribieran 7,3 millones de votantes y 20 años después sólo 500 mil más, demuestra el grado de apatía.

Weibel explica que "se debe, en parte, a que la clase política chilena es cerrada y se concentra en grupos familiares".

A pesar de la crisis global, Chile cuenta con apenas 1% de inflación, por lo que los candidatos han tenido un respiro a la hora de lanzar propuestas en este campo; lo único sobre lo que no han prometido ningún cambio es sobre el modelo de libre mercado que sustenta el país.

Gane Piñera o Frei estos comicios, serán históricos en la medida que se tejan las alianzas y Chile gire hacia un gobierno de derecha, tras dos décadas bajo tutela de un mismo grupo.



http://www.eluniversal.com/2009/12/13/int_art_los-chilenos-votaran_1689754.shtml

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