La intervención militar en Libia

Los aliados derriban un edificio del palacio de Gadafi
EE UU asegura que no pretende matar al dictador. Fuertes explosiones en Trípoli seguidas de fuego antiaéreo. También ha habido bombardeos en el este, en el entorno de la ciudad de Bengasi
A. DE CÓZAR / AGENCIAS | Trípoli / Bengasi 21/03/2011
Por segunda noche consecutiva Trípoli ha sido objetivo de los ataques de la alianza internacional que pretende frenar los abusos de Muamar Gadafi sobre su población. Pasadas las ocho de la tarde locales (una hora más en la España peninsular) comenzaron a oírse explosiones acompañadas de un resplandor. Luego ráfagas de disparos seguidos de unas luces rojas que surcaban el cielo. Esta vez no había escudos humanos. Nadie los esperaba. Los jóvenes que se habían colocado frente a algunos objetivos militares en la noche del sábado para protegerlos salieron corriendo en cuanto se supo que algunas bases de Trípoli estaban siendo atacadas. Poco después, una columna de humo comenzó a salir de Bab al Azizia, el complejo palaciego en el que reside Gadafi a las afueras de la capital. Inmediatamente el régimen cogió a un puñado de periodistas y lo llevó a ver los destrozos. Un edificio administrativo de cuatro plantas, a 50 metros de la jaima en la que el coronel recibe a sus invitados, había quedado reducido a polvo, aparentemente por un misil crucero.

El golpe no solo tiene un fuerte valor emotivo (el complejo de Bab al Azizia es uno de los símbolos del régimen desde que Reagan lo bombardeó en 1986), sino que conjuga mal con lo que había asegurado poco antes un responsable del Pentágono, el vicealmirante William Gortney, que insistió en que el objetivo de la coalición no es en ningún caso abatir al dictador. En unas conversaciones con la prensa a bordo del avión que le lleva a Rusia para una gira de tres días, Robert Gates, el secretario del Departamento de Defensa de EE UU, abundó en la idea de que "sería insensato" matar a Gadafi, igual que sería insensato hacer cualquier cosa que se saliera del plan inicial de crear una zona de exclusión aérea. "Si comenzamos a añadir objetivos adicionales creo que crearemos un problema", afirmó, refiriéndose tácitamente a que intentar descabalgar a Gadafi podría crear fisuras dentro de la coalición aliada.

La insistencia de Gates sobre este punto tiene una explicación: horas antes el ministro de Exteriores británico, Liam Fox, había dejado caer que Gadafi podría llegar a ser un blanco de los proyectiles de los aliados dependiendo de cómo se desarrollaran los acontecimientos. EE UU niega con rotundidad ese propósito, lo que no quita que Reino Unido terminara reconociendo avanzada la madrugada que fue uno de sus submarinos el que atacó la residencia presidencial porque era un "centro de control" desde el que el coronel dirigía los movimientos de sus tropas.

En cualquier caso, Trípoli se mantiene tranquila tras los bombardeos nocturnos. Los habitantes intentan volver a sus rutinas y algunos comercios han abierto sus puertas, informa Álvaro de Cózar. Ayer, después de la primera oleada, no lo hicieron.

En el este

Los bombardeos de la coalición también han tenido como objetivo zonas del oeste del país en torno a Bengasi, la segunda ciudad Libia y feudo de los insurrectos. Hasta las primeras horas de la mañana han caído proyectiles contra las fuerzas de Gadafi en alrededor de Ajdabiya, a unos 150 kilómetros de Bengasi, nudo estratégico de carreteras cuyo control intentan retomar los rebeldes. "Ha habido ataques hasta primera hora de la mañana. Los rebeldes atacaron sobre las tres de la mañana y las fuerzas de Gadafi contraatacaron. Todavía están en la entrada este de Ajdabiya", ha declarado a Reuters Ahmed al Tir, un miliciano rebelde desde Zueitina, cerca de Ajdabiya. Los rebeldes esperan más ataques sobre las fuerzas leales al dictador y la llegada de suministros para avanzar sobre Ajdabiya.

Las tropas de Gadafi que trataron de tomar Bengasi el mismo sábado, antes de que la coalición comenzara los bombardeos, se han retirado ya hasta Ajdabiya, hacia el sur, según informa la agencia AFP. En la carretera que une ambas poblaciones hay decenas de vehículos y blindados destruidos por las bombas francesas que iniciaron el sábado la operación aliada.

Misrata

También sigue la violencia en Misrata, una ciudad cercana a Trípoli en manos de los rebeldes. Según estos, soldados de Gadafi están llevando al interior de la ciudad a residentes de otras poblaciones para usarlos como escudos humanos. También han denunciado la muerte de siete combatientes rebeldes en enfrentamientos con los gadafistas y de la presencia de tropas del dictador vestidas de civil en el centro de la ciudad, aún rodeada por el Ejército libio.

Un alto el fuego dudoso

El comienzo del segundo día de ataques aliados en Libia fue confuso por culpa de una serie de altos al fuego y acusaciones cruzadas de violarlo o mentir sobre la sinceridad de la tregua. Concretamente, unos minutos después de que empezaran los últimos ataques, un portavoz de las fuerzas armadas de Libia había anunciado que el régimen había ordenado a todas sus unidades un alto el fuego inmediato. Esta medida se tomaría, según explicó, como respuesta a "las muertes de civiles" y "la destrucción de edificios civiles y militares". Sin embargo, prácticamente a la vez que hablaba el portavoz, las defensas antiaéreas de Gadafi empezaban a disparar desde Trípoli. Estados Unidos se declaró no demasiado conmovido por el anuncio del coronel y lo calificó de "mentira" al tiempo que volvía a lanzar sus aviones sobre objetivos militares libios. El asesor de Seguridad Nacional de Obama, Tom Donilon, definió las palabras de Gadafi como una sarta de falsedades.

Esperanza entre los rebeldes

Los rebeldes libios dieron ayer su primer balance de víctimas. En sus fuerzas -compuestas por algunos militares desertados de las fuerzas de Gadafi pero, mayoritariamente, por voluntarios con escasa formación militar- se cuentan unas 8.000 bajas desde que comenzaron los choques el mes pasado. Ése es, al menos, el cálculo que ofreció a Al Yazira el portavoz del rebelde Consejo Nacional Libio, Abdel Hafiz Ghoga.

Al caer la noche de ayer hubo duros combates en la zona de Bengasi durante una hora. La víspera, los soldados del dictador dispararon cohetes contra las zonas residenciales, y los pistoleros de Gadafi vestidos de civil vaciaron sus cargadores desde sus furgonetas contra las viviendas y las personas que observaban la caída de los proyectiles.

Pese al apoyo internacional, la situación de los rebeldes sigue sin ser sencilla. Las fuerzas leales a Gadafi ocuparon ayer, a primera hora de la tarde, el centro de Misrata, ciudad bajo el control de los rebeldes y uno de los objetivos de los ataques aéreos de las fuerzas aliadas. Según ha contado a Al Yazira Abdelbasset Abou Merzouk, nombrado portavoz de los jóvenes de la revolución del 17 de febrero, las fuerzas gadafistas han estado lanzando obuses de gran calibre para cubrir la incursión de los blindados. Además, han destruido depósitos de carburante y una central eléctrica.

El éxito de los primeros bombardeos

Los ataques aliados lanzados el sábado sobre Libia han logrado su primer objetivo: imponer una zona de exclusión aérea en apenas 24 horas. Según el vicealmirante William Gortney, del Pentágono, la operación del primer día fue "muy efectiva" y ha disminuido "significativamente" la capacidad aérea y de los radares del régimen de Gadafi. Es solo la primera fase de una operación, bautizada Amanecer de la Odisea, que se adivina más compleja de lo que los éxitos iniciales puedan dar a entender. Primero, porque no está claro ni cuánto puede durar ni qué ha de ocurrir para que acabe. Y, segundo, porque la unidad política ha empezado a resquebrajarse después de que la Liga Árabe, que apoya la resolución de Naciones Unidas en la que se ampara la intervención militar, se quejara ayer de que los bombardeos exceden el mandato de los aliados.

Una de las claves de la cara política de la operación es el apoyo recibido de la Liga Árabe. Sin embargo, el secretario general de esa organización, Amro Musa, se quejó ayer de los ataques por entender que el objetivo de la resolución del Consejo de Seguridad "es la protección de los civiles y no el bombardeo de más civiles". También Rusia, que no apoyó la resolución pero no la vetó, dijo que la coalición ha excedido el mandato de la ONU.

El Pentágono desmintió que hubiera indicios de víctimas civiles y, en Londres, el Foreign Office contestó de forma igualmente contundente. "Al contrario que Gadafi, la coalición no está atacando civiles. La resolución de la ONU autoriza todas las medidas necesarias para proteger al pueblo libio. Para que pueda imponerse de forma segura una zona de exclusión aérea es necesario llevar a cabo operaciones cuidadosamente dirigidas contra las capacidades de defensa antiaérea de Libia", dice una nota de la diplomacia británica. "Seguiremos trabajando con nuestros socios árabes para aplicar la resolución por el bien del pueblo libio".


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