La mala gestión en las inundaciones hunde a la clase política paquistaní

Un miembro de la coalición de gobierno pide al Ejército que tome el control
ÁNGELES ESPINOSA, ENVIADA ESPECIAL - Islamabad - 28/08/2010

Por si no fuera suficiente con las inundaciones, los paquistaníes tienen que hacer frente además a su clase política. En el penúltimo episodio del drama nacional, el líder del Movimiento Nacional de Unidad (MQM, por sus siglas en urdu), Altaf Hussain, ha pedido que "algún general patriota" actúe contra políticos corruptos y señores feudales.

Por si no fuera suficiente con las inundaciones, los paquistaníes tienen que hacer frente además a su clase política. En el penúltimo episodio del drama nacional, el líder del Movimiento Nacional de Unidad (MQM, por sus siglas en urdu), Altaf Hussain, ha pedido que "algún general patriota" actúe contra políticos corruptos y señores feudales. Aunque la reacción mayoritaria ha sido de apoyo a la democracia, algunos parlamentarios y medios de comunicación han convertido el asunto en el eje de sus preocupaciones como si no hubiera 20 millones de ciudadanos necesitados de atención.

Las críticas de Hussain contra "la mafia que gobierna el país" son sin duda compartidas por muchos ciudadanos. Prueba de ello es que la mayoría desconfía de los fondos oficiales abiertos para la ayuda a las víctimas de las inundaciones y prefiere canalizar sus donativos a través de ONG o instituciones privadas que les ofrecen mayores garantías de transparencia. Sin embargo, el llamamiento al Ejército como salvapatrias resulta un tema delicado en un país que ha pasado la mitad de sus 63 años de independencia bajo el gobierno de los militares y cuya democracia es cuando menos frágil.

"Es una vergüenza porque el MQM está en la coalición de gobierno y no ha anunciado su intención de abandonarla", comenta a EL PAÍS el periodista Mohammed Tahir Khan. La misma acusación le han lanzado sus rivales políticos, pero ni Hussain ni su partido se han dado por aludidos. "No es una cuestión de estar o no en el Gobierno. De hecho, hemos diagnosticado la enfermedad y solo queremos una cura. No importa cómo se logre", ha desarrollado uno de los miembros de la ejecutiva del MQM, Mustafa Azizabadi, citado por el diario The News.

El "no importa cómo" resulta extremadamente peligroso en un momento en que el país atraviesa una completa pérdida de fe en el Gobierno y los medios de comunicación locales bombardean con imágenes de las víctimas de las riadas quejándose de falta de asistencia. Mientras las autoridades civiles se muestran obsesionadas con el coste de la reconstrucción, sobre el terreno, el Ejército, con sus 550.000 hombres, es la única institución con capacidad de facilitar ayuda a gran escala, lo que convierte su labor en especialmente visible. A ningún paquistaní le ha pasado inadvertida la rápida y organizada respuesta de los uniformados.

"Es su trabajo. Ellos también forman parte del Estado y les pagamos con nuestros impuestos", asegura Farzana Bari. Esta activista social recuerda que en Pakistán la politización del Ejército viene de atrás y es fruto de que "las élites gobernantes no tienen interés por el país". Por eso, señala, "no permiten que el proceso democrático arraigue".

Prueba de ello es el absurdo debate en el que se ha enzarzado el Parlamento. El principal partido de la oposición, la Liga Musulmana (PML) de Nawaf Sharif, presentó una moción contra el llamamiento del líder del MQM a la intervención del Ejército, y el MQM ha respondido presentando tres contra el PML sobre el perdón y vuelta del exilio de Sharif y su hermano, las relaciones de los líderes del PML con el jefe del Ejército y el reciente linchamiento de dos jóvenes en una ciudad del Punjab, provincia en la que gobierna ese partido.

"Nuestros parlamentarios no parecen estar en sintonía con los sentimientos del país", editorializaba ayer Dawn, el diario más prestigioso de Pakistán. La percepción pública es que los diputados (unos acusados de haber obtenido títulos falsos y otros de vínculos mafiosos) pasan de los afectados. Salvo honrosas excepciones, apenas han aparecido por las zonas inundadas.

Esa desconexión, como el debate sobre la necesidad de que el Ejército tome las riendas, son fruto de la ausencia de una "narrativa nacional", tal como señalaba ayer en un artículo Mohsin Hamid. Definido sucesivamente como baluarte del islam a su creación, campo de batalla entre las superpotencias durante la guerra fría o víctima de la vecina India a cada rato, Pakistán no ha sabido crear en seis décadas una cohesión interna que sustente su democracia y su peso exterior.


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