Rabat cerca las jaimas de El Aaiún para desmovilizar a los saharauis

El ministro del Interior marroquí viaja a la ciudad para negociar una salida
IGNACIO CEMBRERO - El Aaiún - 29/10/2010

"Continuaremos nuestra lucha hasta la realización de nuestros legítimos derechos a vivir con dignidad en nuestra patria". Casi tres semanas después de haber plantado las primeras jaimas (tiendas nómadas) en el desierto, miles de saharauis continúan su protesta colectiva, acampados a 13 kilómetros de El Aaiún.

"Continuaremos nuestra lucha hasta la realización de nuestros legítimos derechos a vivir con dignidad en nuestra patria". Casi tres semanas después de haber plantado las primeras jaimas (tiendas nómadas) en el desierto, miles de saharauis continúan su protesta colectiva, acampados a 13 kilómetros de El Aaiún.

El comité que coordina la protesta, integrado por un puñado de jóvenes, emitió a mediados de semana su primer comunicado, en el que pide "a las conciencias del mundo ayuda para levantar el bloqueo militar y policial" alrededor del campamento en el que se concentran durante el día unos 20.000 saharauis -por la noche algunos regresan a sus casas- que reivindican mejoras sociales: pisos, trabajo o, por lo menos, el subsidio de paro.

El cerco empezó hace ya algo más de dos semanas, no tanto con la llegada masiva de gendarmes, policías y unidades del Ejército, sino con la construcción a unos 50 metros de las últimas jaimas de un muro y de un pequeño foso alrededor del campamento, que ya prácticamente solo es accesible por una entrada.

Por ahí la Gendarmería solo deja pasar a los saharauis. La entrada se puede cerrar durante horas y cuando está abierta los cacheos son frecuentes. Antes de llegar allí, en el primer control de carretera, a solo cuatro kilómetros de El Aaiún, los periodistas son devueltos a su hotel so pretexto de que necesitan una autorización de Rabat que en la capital no conceden. De ahí que el comunicado también denuncie el "bloqueo mediático". El cerco ha provocado "falta de comida, agua potable y la propagación de enfermedades".

Marruecos aprieta, pero no asfixia. Algún camión cisterna llega y quienes regresan al campamento tras pernoctar en sus casas de El Aaiún, introducen víveres. El objetivo de Rabat consiste, probablemente, en que el comité acceda a desmantelar las jaimas a cambio de cumplir las promesas hechas por una delegación del Ministerio del Interior. El propio ministro, Taieb Charkaokui, llegó ayer a El Aaiún para tratar de desactivar la protesta. Los jóvenes del comité rehúsan reunirse con el gobernador de El Aaiún, Mohamed Guilmouss, que a principios de mes, cuando apenas había un puñado de jaimas, les hizo varias promesas incumplidas para que depusieran su actitud.

No debe de ser fácil negociar con ellos porque sus reivindicaciones son imprecisas. Tienen un carácter social aunque cuando acusan a Marruecos de expoliar las riquezas del Sáhara adquieren tintes nacionalistas. Los eslóganes del Polisario no afloran nunca. La aparente vaguedad de sus exigencias contrasta con la organización del campamento, donde una especie de policía se encarga del mantenimiento del orden.

El comunicado es duro cuando rebate la versión oficial de la muerte, el pasado domingo, de un niño de 14 años a causa de los disparos de la Gendarmería marroquí a poca distancia del campamento al que trataba de llegar para reunirse con su madre. Denuncia "el uso de munición de guerra contra civiles desarmados".

El ministro-portavoz del Gobierno marroquí, Khalid Naciri, aseguró que desde el vehículo en el que viajaba el joven se efectuaron disparos contras las fuerzas del orden, que, a su vez, abrieron fuego en legítima defensa, pero esta versión no ha sido recogida por la prensa española, según el ministro de Exteriores, Taieb Fassi-Fihri. "La corriente mediática española nos choca por su empeño en dañar más que en informar", afirmó.


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