El ex fiscal general niega presiones del Gobierno de Blair para autorizar la guerra de Irak


Lord Goldsmith reconoce que su cambio de opinión se produjo tras recibir explicaciones antes de la invasión de parte del entonces jefe del Foreign Office, Jack Straw y la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice
WALTER OPPENHEIMER - Londres - 27/01/2010

Lord Goldsmith, fiscal general del Reino Unido durante la guerra de Irak, ha admitido hoy que cambió de opinión sobre la legalidad de la invasión pero negó categóricamente que ese cambio se debiera a presiones políticas. Peter Goldsmith, que dejó el Gobierno en junio de 2007, coincidiendo con el relevo de Tony Blair por Gordon Brown al frente del Gobierno británico, ha comparecido hoy durante seis horas ante la comisión que investiga la participación del Reino Unido en la guerra de Irak.

"Eso es un total y absoluto disparate", ha dicho, cuando le preguntaron si su cambio de posición se debió a las presiones que habría ejercido sobre él lord Falconer, en aquel tiempo Lord Chancelor -un cargo en parte semejante al de ministro de Justicia- e íntimo amigo de Blair. Al igual que Peter Goldsmith, Charles Falconer también dejó el Gabinete coincidiendo con la marcha de Blair.

Consumado abogado, Goldsmith pareció haber preparado su comparecencia con sumo cuidado, para lo cual contó con la ventaja de haber estado asesorado por los mejores especialistas del país con cargo a los contribuyentes. Pero, a pesar de sus cuidadosas respuestas, apenas dio explicaciones de por qué no hizo caso a la opinión de los abogados del Foreign Office, que incluso ahora sostienen que la invasión fue ilegal porque no contaba con la autorización expresa de una segunda resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que completara las amenazas de intervención de la famosa y polémica resolución 1.141. Simplemente, no compartía su opinión.

Aunque negó las presiones políticas, ha explicado que su cambio de opinión se produjo tras recibir explicaciones en febrero de 2003, seis semanas antes de la invasión, del entonces jefe del Foreign Office, Jack Straw, el embajador británico en Naciones Unidas, sir Jeremy Greenstock, y la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, sobre el trasfondo de la resolución 1.441. Fue entonces cuando llegó a la conclusión de que aquella resolución, una vez que había quedado claro que Sadam Husein la había incumplido, activaba de hecho las viejas resoluciones del Consejo de Seguridad que autorizaron la primera guerra del Golfo en 1991.

Lord Goldsmith ha admitido que sus primeras conclusiones sobre la legalidad de la guerra eran demasiado vagas y que el Ejército británico necesitaba una respuesta "inequívoca, un sí o un no", sobre la legalidad de la invasión. Fue entonces cuando, sopesando todos los argumentos llegó a la conclusión de que la guerra sería legal, aunque admitió que instruyó a un especialista para que preparara una estrategia por si alguien llevaba a los tribunales a los militares británicos. La investigación alcanzará su punto álgido el viernes, con la comparecencia de Tony Blair.


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