VENEZUELA-CURAZAO
IRENE REVILLA
DEIVIS RAMÍREZ MIRANDA
12
de enero de 2018
Se
desconoce paradero de 30 pasajeros de la lancha siniestrada en Curazao
Dos naufragios ocurridos en alta mar,
en los años 2015 y 2018, y en la misma ruta hacia la isla de Curazao, han
dejado diez venezolanos fallecidos, quienes zarparon desde las costas del
estado Falcón en búsqueda de una mejor calidad de vida.
Aquel 22 de julio de 2015 fueron seis
las personas que murieron luego de abordar la lancha que los llevaría a la isla
de forma ilegal, y este miércoles 10 de enero se sumaron a la lista, al menos 4
víctimas más que naufragaron a pocos metros de tocar tierra firme. Se trata de
los hermanos Joselyn Sánchez Piña, de 24 años, y Danny José Sánchez Piña, de
33; Oliver Cuahoromett Valásquez, de 33, compadre de los hermanos, y la
adolescente de 17 años Janaury Guadalupe Jiménez.
Sus cadáveres llegaron hasta la orilla
de una playa en la zona de Koraal Tabak, y fueron hallados por autoridades de
la isla caribeña cuando hacían patrullaje y detuvieron a dos venezolanos que
estaban mojados y en actitud sospechosa. No se sabe si esos detenidos formaban
parte del naufragio y lograron sobrevivir. Ellos lo negaron, sin embargo están
bajo investigación.
El representante de la policía de
Curazao, Reginald Huggins, informó sobre el hallazgo de los cuerpos y la
captura de los dos venezolanos, además de haber conseguido la lancha destrozada
a orillas de la playa muy cerca de los fallecidos. Hasta la tarde de este
jueves, se conoció que se estaban practicando varios allanamientos en sectores
de Curazao para tratar de capturar a los venezolanos ilegales y así determinar
lo que realmente ocurrió con la embarcación.
Por su parte, en suelo venezolano se
conoció el accidente este miércoles en horas de la mañana y
familiares de las víctimas se alteraron y pidieron ayuda a las autoridades.
Sabían que sus parientes habían decidido abandonar el país, pese a la
restricción marítima que anunció el gobierno venezolano desde el fin de semana
pasado hacia las islas del Caribe.
Sin embargo, decidieron pagar los 100
dólares que costó el puesto en la lancha y zarpar a las diez de la noche del
martes. Estimaban arribar a la isla entre las 5 y 6 de la mañana del miércoles,
justo en una zona que no es tan patrullada por los agentes de inmigración. Tras
conocerse la noticia y la divulgación de fotografías de los cadáveres en redes
sociales, los familiares reconocieron los cuerpos de inmediato. Ya estaban
preocupados porque ninguna de las 34 personas que viajaron en la embarcación
había llamado para avisar que estaban bien.
Las autoridades venezolanas habían
sido alertadas del accidente por parte de los representantes de Curazao y por
los familiares de las víctimas. Así fue como el director de Protección
Civil de la zona, Gregorio Montaño, anunció que estaban desplegados con una
comisión de la Guardia Nacional Bolivariana haciendo rastreo en alta mar, en
conjunto con una comisión antillana.
Dijo también, que solo han recuperado
cuatro fallecidos y que el resto de la tripulación aún sigue desaparecida. No
pueden darlos por muertos, porque no han aparecido los cuerpos. Presumen que
los sobrevivientes pisaron tierra y se escondieron de la policía local para no
ser deportados.
Así lo hizo uno de los pescadores que
se salvó. Habitantes de la Vela de Coro dijeron que se comunicó con una tía que
vive en Curazao para decirle que logró salvar su vida, pero no la de su prima
porque ella no sabía nadar bien. Prefirió esconderse para no ser
capturado.
Este drama lo viven los habitantes de
las costas de Falcón desde hace dos años aproximadamente, cuando comenzaron las
migraciones masivas de forma ilegal hacia Aruba y Curazao.
La crisis que atraviesa Venezuela
obligó a las familias más desposeídas de Coro, que han vivido de la pesca por
años, a cruzar fronteras para mejorar su calidad de vida, dejando de lado el
riesgo de morir o ser detenidos y deportados.
La esposa de Danny José Sánchez,
Normely Razz, dijo que la noche del zarpe el hombre se despidió de ella y sus
dos hijas, pues se iría a trabajar a la isla. Ya había estado allá durante seis
meses y el dinero que reunió le permitió comprarse una moto en Venezuela y
hacer de mototaxista. “Estaba cansado de trabajar aquí y no tener nada para
nosotros”, dijo la mujer.
La adolescente ya había ido a Curazao
antes y la deportaron. Esta vez abandonó sus estudios universitarios de
administración para radicarse definitivo y ayudar a su familia. Por más que su
madre, Aury Chirinos, le pidió que no se fuera la jovencita no le hizo
caso.
Una joven que se salvó por no abordar
la lancha, luego de que su novio la amenazara con terminar la relación si se
iba, hoy día se lo agradece. Ella pidió mantener su nombre en el
anonimato, pero contó que tenía todo listo para irse a Curazao a trabajar, pero
más pudo el amor.
Esta migración ilegal es diaria, al
menos una lancha zarpa por día para cada isla caribeña con más de 30
venezolanos que se han convertido en los nuevos balseros del
continente. Por el momento, las familias esperan las gestiones que hacen
las autoridades consulares de cada país y el Ministerio de Interior y Justicia
venezolano para repatriar, lo más pronto posible, Los cuatro cadáveres de sus
parientes y así darles cristiana sepultura.