OPINIÓN: VENEZUELA
Sálvese quien
pueda
25 DE ENERO DE 2018
La
hiperinflación es el último estadio de la inflación; el más perverso. Se trata
de un ciclo inflacionario sin tendencia al equilibrio que adopta la forma de
una espiral y da lugar a un círculo vicioso en el que se crea más y más
inflación con cada repetición del ciclo. Los precios aumentan exponencialmente
al mismo tiempo que la moneda pierde su valor real y la población se empobrece.
La
inflación siempre es provocada por una excesiva emisión de dinero que ocurre
cuando los bancos centrales financian el gasto de los gobiernos. Es por ello
que en todas las economías modernas a los bancos centrales les está prohibido
financiar el déficit fiscal. De hecho, tal prohibición está expresamente
establecida en nuestra Constitución, en cuyo artículo 320 se puede leer
textualmente: “En el ejercicio de sus funciones, el Banco Central de Venezuela
no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o
financiar políticas fiscales deficitarias”.
No
obstante lo anterior, el régimen ha impuesto sucesivas modificaciones de la Ley
del Banco Central –de forma evidentemente inconstitucional– para que pueda
financiar su déficit y el de las empresas del Estado, con lo cual ha desatado
la tragedia hiperinflacionaria que hoy padecemos los venezolanos.
Lenin
llegó a afirmar: “La mejor forma de destruir la civilización occidental,
sin disparar ni un solo tiro, es desquiciar su moneda”. Eso es lo que ha
logrado el régimen. Ha desquiciado la moneda venezolana en su afán por
financiar un modelo desenfrenadamente populista. Las consecuencias son
devastadoras y han perturbado las bases mismas sobre las cuales se asienta
tanto la actividad económica como la estabilidad del tejido social en
Venezuela.
Existen
tres criterios diferentes para considerar si en una economía existe
hiperinflación:
·
El de Phillip Cagan (“La dinámica
monetaria de la inflación”, 1956), quien plantea que se hace evidente cuando la
inflación promedio en un país alcanza 50% mensual.
·
El de Marta Reinhart y Kenneth Rogoff,
quienes sostienen que ocurre cuando la inflación anual alcanza 500%.
·
El de la Asociación de Contadores
Internacionales, que asegura que ocurre cuando en un país la inflación anual
alcanza 100% por 3 años seguidos.
En
Venezuela parecen cumplirse los tres criterios, aunque es necesario aclarar que
según la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional la inflación fue de 46%
en octubre, de 55% en noviembre y de 85% en diciembre.
Como
resulta difícil estimar la inflación ante la ausencia de cifras del Banco
Central de Venezuela (que viene incumpliendo la obligación constitucional de
suministrarlas), se plantearán tres escenarios con 50%, 70% y 100% de inflación
promedio mensual. Ninguno de los tres escenarios luce descabellado si, como ya
se dijo, la inflación de diciembre alcanzó 85%.
Escenario
a. 50% de inflación promedio mensual:
Inflación
Anual = (1+0,50)12 - 1 x 100 = 12.871%
Los
precios se duplicarían cada 51 días.
Escenario
b, 70% de inflación promedio
mensual:
Inflación
Anual = (1+0,70) 12 - 1 x 100 = 58.000%
Los
precios se duplicarían cada 39 días.
Escenario
c. 100% de inflación promedio
mensual:
Inflación
Anual = (1+1,00) 12 - 1 x 100 = 410.000%
Los
precios se duplicarían cada 30 días.
No
estoy prejuzgando sobre la catástrofe que implicarían cada uno de esos
escenarios. No lucen irreales si consideramos que la inflación de diciembre ya
fue de 85% y que esta suele aumentar en forma de espiral. Estoy simplemente
aplicando la fórmula matemática para el cálculo del valor futuro usualmente
utilizada para estimar la inflación. Fue la misma fórmula que utilizó
Phillip Cagan en su “Dinámica monetaria de la inflación”.
No
quiero tampoco ser alarmista. Ante los escenarios de inflación anual que
podrían alcanzar en 2018 –en cada uno de los escenarios analizados– 12.871%,
58.000% o 410.000% respectivamente, quiero simplemente lanzar un urgente
llamado al gobierno para que proceda a un cambio inmediato de sus políticas
económicas y, antes que nada, a la práctica aberrante de obligar al Banco Central
de Venezuela a financiar su déficit fiscal mediante emisiones de bolívares sin
respaldo algun