TURQUÍA

Turquía entierra a los muertos del atentado en un clima de violencia

Se reproducen las manifestaciones contra el Gobierno y la violencia en el este kurdo




Una mujer llora sobre el ataúd de una de ls víctimas del atentado en Ankara, este lunes. / Emrah Gurel (AP)

Los funerales de las víctimas la masacre de Ankara se convirtieron el lunes en multitudinarias protestas contra el Gobierno islamista moderado de Turquía, al que se acusa de no haber hecho lo suficiente por prevenir un ataque terrorista que ha elevado aún más la tensión existente en el país, especialmente en sus zonas kurdas, donde los combates continúan pese al alto el fuego decretado por los rebeldes del PKK.


Llantos, gemidos y consignas preñadas de rabia acompañaron ayer hasta su tumba los ataúdes de Abdullah Erol y Meryem Bulut, dos de las al menos 97 víctimas del atentado del sábado, que fueron enterradas en su localidad natal, Diyarbakir. Erol -candidato a las elecciones del 1 de noviembre por el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP, pro-kurdo)- y Bulut –anciana de 70, uno de cuyos nietos falleció en Siria combatiendo contra el Estado Islámico- se habían desplazado a Ankara para exigir paz y el fin de la violencia entre los rebeldes kurdos y las fuerzas de seguridad turcas. Encontraron todo lo contrario: una muerte horrible.
“Erdogan, asesino”, “El Estado pagará” y “Venganza, venganza”, gritaban los asistentes al funeral, que ven la mano del Ejecutivo turco tras el atentado. “Todo dictador, todo fascista que teme perder el poder, intenta provocar el caos y la guerra civil, y (el presidente Recep Tayyip) Erdogan es un dictador y un fascista”, denunciaba Eyüp, uno de los presentes. “Yo no sé quién lo hizo, pero sí sé que no hubo protección, que las ambulancias llegaron tarde y que la policía lanzó gases lacrimógenos sobre los heridos”, explicó a EL PAÍS Dilan Yakut, una sindicalista superviviente del atentado: “Si las ambulancias hubiesen llegado a tiempo, al menos 15 de nuestros compañeros habrían sobrevivido, porque se desangraron antes de alcanzar el hospital”.
Las escenas de enfado contra el Gobierno se repitieron a lo largo y ancho del país en la veintena de funerales celebrados este lunes por las víctimas. En la provincia de Malatya, donde fueron enterrados seis miembros de las juventudes de la principal formación opositora, el Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), el presidente del Parlamento, Ismet Yilmaz, del partido islamista gobernante, fue recibido al grito de “Fuera asesinos”.
Las centrales sindicales y profesionales que habían organizado la protesta del sábado “Por la paz, el trabajo y la democracia” convocaron para este lunes y martes una huelga general, que fue secundada mayormente en el sector público. Miles de funcionarios en toda Turquía llevaron a cabo paros laborales a las 10.04 -la hora en que se produjo el atentado- mientras los estudiantes de las principales universidades del país boicotearon las clases y se repitieron en varias capitales de provincia manifestaciones contra la violencia terrorista y contra el Gobierno. La de Diyarbakir fue reprimida por la policía con gases lacrimógenos.
En el este kurdo del país la masacre ha contribuido a inflamar los ánimos, y la violencia no cesa a pesar del alto el fuego declarado el sábado por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Un par de F-16 del Ejército turco sobrevoló Diyarbakir durante todo el día –un gesto de provocación, afirman los locales- y escuadrillas de cazas bombardearon las bases del grupo armado en el norte de Irak y en el interior de Turquía, matando a 17 milicianos kurdos, según el Estado Mayor. Entre el domingo y el lunes murieron, además, dos soldados y un policía, acciones que el PKK justifica como “defensivas” ante los ataques de las fuerzas de seguridad kurdas.
En Diyarbakir, el casco histórico amurallado ha permanecido desde el sábado en toque de queda (el lunes se levantó parcialmente), debido a los enfrentamientos entre la guerrilla urbana kurda y las fuerzas especiales de la policía y el Ejército, que cercaron la ciudadela con blindados.

El primer ministro turco apunta al ISIS como responsable del atentado

El primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu, ha confirmado este lunes que el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) es el principal sospechoso del atentado que el sábado mató a al menos 97 personas en Ankara. "Investigamos al ISIS de forma prioritaria. Nos hemos acercado mucho a un nombre. Este nombre indica una organización", ha dicho Davutoglu a la cadena televisión turca NTV.
El primer ministro ha indicado que el ataque fue perpetrado por dos suicidas. Davutoglu se ha mostrado cauto al decir que las autoridades están investigando como "potenciales sospechosos" no solo al ISIS, sino también a otros dos grupos: el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y el grupo de extrema izquierda Frente de Liberación del Pueblo Revolucionario (DHKP-C). "No sería apropiado dar una indicación ahora mismo", ha afirmado.
La policía turca ha centrado en el entorno yihadista sus investigaciones sobre la autoría del atentado del pasado sábado en Ankara que causó la muerte de al menos 97 personas, incluidos los dos supuestos atacantes suicidas. Las autoridades han elaborado una lista que consta de 16 personas, informa este lunes el diario Hürriyet.
Según publica el diario, tanto el explosivo utilizado —10 kilos de TNT— como la técnica empleada —cargar la bomba con bolas de acero para lograr un efecto más mortífero— se corresponden al modus operandi del atentado de Suruç, que causó la vida a 34 personas. Aquel ataque suicida del pasado 20 de julio contra una asamblea de activistas prokurdos fue perpetrado por Seyh Abdurrahman Alagöz, un joven turco que se había entrenado con el ISIS en Siria.

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