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Erdogan acalla por la fuerza las voces críticas en vísperas de las elecciones

El Gobierno turco interviene policialmente dos canales de TV en la órbita del clérigo Gülen, archienemigo del islamista AKP, en el poder desde hace 13 años

Estambul 29 OCT 2015 - 10:34 CET           

Periodistas enseñan su carné de prensa a policías de paisano en Turquía
Periodistas enseñan su carné de prensa a policías de paisano tras la intervención de los canales. / OZAN KOSE (AFP)
 
La deriva autoritaria de Recep Tayyip Erdogan, el líder de origen islamista que lleva 13 años en el poder en Turquía, se consumó este miércoles con la intervención policial de dos cadenas de televisión críticas con su política. A cuatro días de la celebración de unas elecciones decisivas para su futuro político, el presidente turco vuelve a recurrir al puño de hierro con el que arrinconó a los militares en los cuarteles. A pesar de ocupar ahora un cargo de representación del Estado, sigue llevando en la práctica las riendas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco), la poderosa máquina electoral con la que acumuló tres victorias consecutivas por mayoría absoluta hasta el revés sufrido en las legislativas de junio.
Frente al mal resultado en los comicios de junio, en los que el AKP perdió la mayoría absoluta y los ciudadanos indicaron a Erdogan que se mantuviera en su función institucional, el mandatario volvió a desafiar a su destino al forzar la convocatoria de las legislativas anticipadas de este domingo en su empeño de asumir plenos poderes ejecutivos durante otra década más.
La intervención de las emisoras de televisión Kanal Türk y Bugün TV en plena madrugada –al igual que el diario Bugün, cuya edición fue retenida anoche en la imprenta por la autoridad judicial– no parece un buen presagio en la recta final de la campaña sobre la futura estrategia política de Erdogan. En los últimos años de su mandato como primer ministro, el líder islamista se ha ido acercando al modelo autoritario implantado en Rusia por el régimen de Vladímir Putin mientras se alejaba de los valores de la Unión Europea, 10 años después lograr que declarara a Turquía como país candidato a la adhesión.

 

Turquía comparte ahora con Rusia puestos de cola (149º y 152º, respectivamente, sobre un listado de 180 países) en la clasificación del nivel de libertad de prensa elaborada por la organización Reporteros Sin Fronteras. Después de haberse hecho con el Gobierno en 2002 sin apenas apoyos mediáticos, el AKP construyó una red de intereses en los medios informativos de la mano del imán Fetulá Gülen, fundador de un movimiento religioso, Hizmet (Servicio), equiparable por su influencia política desde sus bastiones en la educación y la prensa al Opus Dei cristiano en los años finales del franquismo en España. Los medios ahora intervenidos giran precisamente en la órbita gülenista.
El columnista y especialista en comunicación Yavuz Baydar fue Defensor del Lector del diario Sabah, el de mayor tirada de Turquía, hasta que un empresario del Golfo próximo a Erdogan compró el rotativo y modificó su línea editorial para convertirla en más favorable al Gobierno del AKP. Este periodista fue uno de los primeros en perder su trabajo en Sabah. Baydar resalta que Erdogan está apunto de lograr su objetivo de controlar todos los medios de comunicación turcos. “Apenas un par de televisiones y algún periódico escapan aún a su control”, alerta.
Junto con el corresponsal británico en Turquía Andrew Finkel, fundó la plataforma P24 en defensa de la libertad de prensa en Turquía. “Entre su elección inicial en 2002 y la pérdida de la mayoría absoluta en 2015, el AKP ha seguido el ciclo de retroceso democrático de anteriores décadas en Turquía”, precisa Finkel. “Ha pasado de ser un Gobierno comprometido con las libertades civiles y la descentralización del poder, a otro que busca la uniformidad ideológica, intolerante con los disidentes, desvinculado del Estado de derecho”, apunta el periodista británico en un informe publicado en EE UU por el Centro para el Apoyo a la Prensa Internacional.
Los medios de comunicación del tarikat (hermandad o cofradía islámica) de Gülen —que este miércoles fue incluido en la lista de los delincuentes y terroristas más buscados— sirvieron en bandeja la reelección de Erdogan en 2007 y 2011, cuando acaparó cerca de la mitad de los sufragios gracias al crecimiento de la economía turca impulsado por su Gobierno. Diarios gülenistas como Zaman, cuyo director fue detenido el año pasado (y su versión en inglés Today’s Zaman) contribuyeron también a la investigación de las tramas golpistas en el Ejército que acabaron sentando en el banquillo a decenas de generales y cientos de oficiales, en un país en el que cuatro Gobiernos democráticamente elegidos habían sido derribados por pronunciamientos militares durante el último medio siglo.
Pero cuando Erdogan ordenó cargar a la policía antidisturbios contra los miles de jóvenes “indignados” que defendían un parque amenazado por las excavadoras en el corazón de Estambul, Fetulá Gülen —autoexiliado en Estados Unidos— y sus seguidores se distanciaron del dirigente islamista y empezaron a cuestionar su permanencia en el poder. La cofradía Hizmet, con numerosos infiltrados entonces en la policía y la judicatura, movió los hilos para destapar las redes de corrupción tejidas por familiares del primer ministro y varios miembros de su Gobierno.
La Unión Europea ha expresado su “preocupación” por la intervención policial de medios de comunicación y ha llamado a Turquía a “respetar la libertad de expresión”. El rival que privó a Erdogan de la mayoría absoluta en las elecciones de junio, el dirigente nacionalista kurdo Selahattin Demirtas, calificó los hechos de “ataque grave a la libertad de información del público”, mientras un portavoz del Partido Republicano del Pueblo (CHP, oposición laica) difundió en Twitter el siguiente mensaje: “Lo ocurrido nos demuestra lo que le espera a este país si no se pone término a la opresión el domingo en las urnas”.

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