Los combatientes sirios siguen luchando a pesar de la Fiesta del Sacrificio

 

Un grupo de clérigos permite comer perros y gatos en zonas bajo asedio

El régimen mantiene sus bombardeos en posiciones rebeldes

 

Efectos de una bomba rebelde en el vecindario de Damasco de Al Kanawat. / SANA (REUTERS)

 
El inicio de la Fiesta del Sacrificio (Eid al Adha) no ha venido acompañado de una tregua en Siria. Las fuerzas armadas del régimen de Bachar el Asad ha mantenido sus ataques aéreos, con bombardeos este miércoles en las provincias de Alepo, Derá y Damasco. El cerco gubernamental a las posiciones rebeldes en el sur de la capital se mantiene y, a pesar de que las autoridades permitieron recientemente la salida de 2.000 civiles, por razones humanitarias, de la localidad de Muadamia, muchos quedan aún en ella, con una creciente carestía de víveres, algo que ha llevado a las autoridades religiosas locales a emitir una fetua en la que permiten el consumo de perros, gatos y burros, algo normalmente prohibido, para combatir la hambruna.
Varios imanes del sur de Damasco aprovecharon el inicio de la Fiesta del Sacrificio, que dura hasta el jueves y que normalmente se considera una fecha para la celebración y los banquetes por parte de los musulmanes, para autorizar la consumición de animales de esas especies que ya hayan muerto a causa de los bombardeos y enfrentamientos. Una medida similar se había tomado ya recientemente en el campo de refugiados palestinos de Yarmuk, también bajo asedio, y el año pasado en la ciudad de Homs, tomada por los rebeldes. “¿Estáis esperando que comamos también la carne de nuestros mártires y muertos?”, preguntó uno de esos líderes religiosos en un comunicado difundido por la cadena televisiva Al Arabiya.
El régimen ha ganado terreno en los pasados meses, tanto con la toma de localidades estratégicas como Qusair, al oeste fronterizo con Líbano, como con bombardeos a posiciones rebeldes en la provincia de Damasco. El domingo, el gobierno permitió la salida de los 2.000 civiles de Muadamia, uno de los puntos golpeados por un ataque con misiles cargados de gas sarín el pasado 21 de agosto, en el que según estimaciones norteamericanas fallecieron 1.429 personas. Los evacuados esta semana fueron atendidos por trabajadores del Comité Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja Siria en la cercana localidad de Qudsaya, donde recibieron alimentos, agua potable y, los heridos, atención médica de emergencia.
Magne Barth, jefe de la misión de Cruz Roja en Siria, pidió el lunes al régimen que “permita el suministro urgente de equipamiento médico a todas las áreas bajo asedio en la zona rural de Damasco” y que se asegure de que “todos los civiles que permanecen en Muadamia quedan protegidos, y que los enfermos y heridos reciben tratamiento médico adecuado y que aquellos que quieren escapar de las zonas bajo asedio pueden hacerlo de forma segura”.
Aparte de los bombardeos aéreos y con artillería y el uso de misiles contra zonas rebeldes, al menos 21 personas han muerto esta madrugada en la provincia sureña de Derá, cuna de la revuelta, cuando una mina ha estallado al paso del vehículo en que viajaban. Entre las bajas, informa el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, hay cuatro menores. En el norte, en la provincia de Hasaka, los enfrentamientos entre milicias islamistas y grupos kurdos se han saldado con 41 bajas. Entre los fallecidos, 29 eran yihadistas afiliados a grupos como el Frente Al Nusra y el Estado Islámico de Irak y Siria.

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