Iberoamérica, entre el parón económico y la división regional

 

El príncipe Felipe afirma en el foro que reúne a más de un centenar de empresarios en Panamá que España ha recobrado la confianza internacional

 

El príncipe Felipe y el presidente panameño, Ricardo Martinelli, hoy. / CARLOS JASSO (REUTERS)
 
Hace un año, cuando los mandatarios iberoamericanos se reunieron en Cádiz, los dos parientes europeos de la familia (España y Portugal) estaban sumidos en una recesión de la que no se atisbaba el fondo; mientras que América Latina exhibía tasas de crecimiento insultantes a ojos europeos y parecía haber esquivado la crisis económica mundial. Este jueves, en Panamá, en el foro que reúne a más de un centenar de empresarios de ambas orillas del Atlántico, solo se escucharon palabras de aliento y felicitación por las reformas aplicadas en España, pero también algunas voces alertaron del frenazo de las economías latinoamericanas.
Naturalmente, el 2,7% de crecimiento que el FMI atribuye este año a América Latina se ve con envidia desde España, aún en tasa negativa, pero es el peor dato de la última década y se descuelga de la media mundial. "El viento de cola nos está faltando", advirtió el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, al constatar que se acabaron los años de las vacas gordas, cebadas por el alto precio de las materias primas y la llegada masiva de capitales foráneos.
El encargado de vender la buena nueva de la incipiente recuperación española fue el Príncipe. Haciendo suyo el optimismo del Gobierno, aseguró que, "aunque persisten las dificultades, las perspectivas son positivas". "Para finales de este año se espera que volvamos a la senda del crecimiento y que esa tendencia se consolide en el 2014", afirmó. Pese a reconocer que no cede la lacra del paro, don Felipe insistió en que "España ha recuperado la competitividad, la productividad se ha incrementado sensiblemente y tiene un sector financiero más solvente y eficiente", lo que se ha traducido en la recuperación de la confianza internacional. En definitiva: "Nos queda mucho camino por recorrer, pero la economía española está encontrando su camino".
El Príncipe, que llegó el miércoles por la noche a Panamá acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y precediendo en unas horas al presidente Mariano Rajoy, no se limitó a leer el discurso oficial, sino que se quedó entre el público para seguir los debates del foro organizado por el Consejo Empresarial de América Latina (CEAL) y la Secretaría General Iberoamericana (Segib). Ya en el primero de ellos afloró la preocupación por el enfriamiento de las economías latinoamericanas y por cumplir las condiciones necesarias para garantizar un "crecimiento sostenible", en palabras del presidente ejecutivo del Grupo Prisa y presidente de EL PAÍS, Juan Luis Cebrián, que actuó como moderador.
Vista general de participantes, de izquierda a derecha: Juan Luis Cebrian, Antonio Brufau, Carlos Raul Yepes, Fernando Pinto y Juan Miguel Villar. / Arturo Wong (EFE)
La inseguridad jurídica, y antes de ella incluso la física, siguen siendo los grandes obstáculos para invertir en la región, según reconoció el presidente de la constructora española OHL, Juan Miguel Villar Mir, a pesar de que destacó los avances experimentados en los últimos años y subrayó que los países que no cumplen estos parámetros (y a los que no quiso citar expresamente) son "excepciones que empañan la imagen general". Antonio Brufau, presidente de la petrolera española Repsol, puso el ejemplo de su propia compañía para subrayar que, salvo en el caso de Argentina y la expropiación de la filial YPF, siempre había conseguido llegar a un acuerdo sobre el pago de justiprecio en caso de nacionalización. Pero Carlos Raúl Yepes, presidente de Bancolombia, le replicó que la seguridad jurídica no puede ser el fruto de conversaciones bilaterales entre un gobierno y una determinada empresa, "sino de normas iguales para todos". Este último puso el dedo en la llaga al denunciar las extorsiones a las que se ven sometidas las empresas en América Latina para financiar campañas electorales y la injerencia de algunos países al apoyar a los candidatos de otros. Y es que la corrupción es la máxima expresión de la inseguridad jurídica.
Es posible, como dijo Iglesias, que el cambio de ciclo económico pille a los países iberoamericanos más fuertes que en otras etapas y que sus líderes hayan aprendido de anteriores errores, pero no están más unidos. Los distintitos procesos de integración no han confluido entre sí, sino que han conducido a una progresiva fragmentación regional. De un lado, la Alianza del Pacífico, un área de libre comercio abierta al mercado asiático; y de otro Mercosur, paralizado entre el proteccionismo argentino y el estatalismo venezolano. México y Brasil, que deberían ser los motores de la integración iberoamericana, llevan años dándose la espalda, advirtió Cebrián. "La mitad de Iberoamérica mira al Pacífico y la otra mitad al Atlántico, pero nadie se mira entre sí", zanjó Brufau.

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