Un siglo de enfrentamientos entre Turquía y su población kurda

En Turquía viven unos 15 millones de kurdos, alrededor de la mitad de la población total de este pueblo, considerado el mayor del mundo sin Estado

 

Miles de manifestantes en la ciudad turca de Diyarbakir este jueves. / UMIT BEKTAS (REUTERS)
 
En Turquía viven unos 15 millones de kurdos, alrededor de la mitad de la población total de este pueblo, considerado el mayor del mundo sin Estado. Habitan la región sureste del país, desde donde llevan reclamando el reconocimiento a su nación desde tiempos del Imperio Otomano, a finales del siglo XIX, y sobre todo desde el nacimiento de la actual república turca en 1923.
Esta lucha vive momentos decisivos tras la declaración hoy de alto el fuego de Abdullah Ocalan, el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo), quien también ha pedido a sus seguidores que dejen las armas y abandonen el territorio turco.
El conflicto armado entre el PKK y el Estado turco, que se inició en 1984 y ha causado la muerte de más de 40.000 personas, la mayoría militantes kurdos y población civil, es el último y uno de los más cruentos capítulos de toda una serie de revueltas kurdas contra la Turquía moderna.
La república turca, fundada por Mustafá Kemal Ataturk tras la Primera Guerra Mundial y la desaparición del Imperio Otomano, nació sobre los principios de una sola nación y un solo idioma, el turco, negando efectivamente el reconocimiento de la identidad kurda.
En 1934, el Gobierno aprobó una ley para reasentar a parte de la población kurda. Los enfrentamientos que siguieron a esta iniciativa culminaron en la llamada masacre de Dersim, cuando entre 50.000 y 70.000 kurdos murieron entre 1937 y 1938.
Las tensiones nunca desaparecieron y más adelante, en los años 70 jóvenes kurdos de izquierdas liderados por Ocalan comenzaron a organizarse y acabaron fundando el PKK en 1978. El Gobierno sometió al PKK y a otras organizaciones opositoras a una dura persecución política. Numerosos activistas y militantes kurdos acabaron en la hoy infame prisión militar de Diyarbakir, donde grupos defensores de los derechos humanos han documentado el uso de tortura y donde más de 30 prisioneros murieron entre 1981 y 1984.
Ese mismo año, el PKK que se había convertido en la fuerza dominante en las regiones kurdas, se alzó en armas contra el Gobierno, dando así nacimiento al conflicto armado actual. Ocalan, en el exilio en Siria desde 1980, se convirtió en el enemigo número uno del Estado turco. En 1998, la presión turca sobre Damasco lo forzó a abandonar Siria, desde donde viajó a Rusia, Italia y Grecia. De allí se trasladó a Nairobi, en Kenia, donde fue finalmente arrestado en febrero de 1999 por fuerzas especiales turcas tras haber buscado refugio en la embajada griega.
Ocalan fue encarcelado en régimen de aislamiento en la prisión especial en la isla de Imrali, en el mar de Mármara, en la que hoy sigue. Fue juzgado y condenado a muerte en un primer momento, castigo que se le conmutó por la cadena perpetua en 2002, después de que Turquía aboliera la pena de muerte.
Unos meses después de su arresto en 1999, el PKK había declarado un alto el fuego unilateral y sus fuerzas se habían retirado de Turquía y se habían establecido en las montañas de Qandil, en el norte de Irak. Sin embargo, los intentos de negociación con el Gobierno apenas tuvieron éxito y los enfrentamientos armados entre el PKK y Turquía continuaron de forma esporádica durante este tiempo. Finalmente, en 2004 el PKK declaró que volvía a la lucha armada aunque mantuvo su base en Qandil.
En 2002, había llegado al poder el nuevo Gobierno de quien sigue siendo el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, quien relajó la presión del Estado sobre los kurdos. Más tarde, en 2009, un nuevo acercamiento cristalizó en el llamado Proceso de Oslo, por el que miembros del PKK y del Gobierno se reunieron en la capital noruega para intentar encontrar una solución al conflicto.
Entonces, el proceso finalizó abruptamente en julio de 2011, solo un mes después de que el partido de Erdogan ganara la mayoría parlamentaria en las elecciones. Ambas partes se culparon entonces de un enfrentamiento en el que murieron 13 soldados turcos y que tanto PKK como Gobierno usaron para poner fin a las conversaciones.
Con la declaración de hoy de Ocalan, se oficializa un nuevo proceso de paz que se inició hace unos meses con una serie de conversaciones entre el Gobierno y el líder del PKK en la prisión de Imrali. Ahora queda por ver si esta vez será la definitiva o si finalmente será un nuevo intento fallido en un conflicto que dura ya casi 30 años.

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