Hollande, Monti y Rajoy renuncian a exigir un giro en la política económica

Francia, Italia y España explican en la cumbre la necesidad de medidas de estímulo

 

Rajoy y Hollande, en Bruselas. / OLIVIER HOSLET (EFE)
 
El viraje en la política económica de la UE en favor de un mayor equilibio entre recortes y crecimiento parece a veces una de tantas novelerías que se inventan los políticos para vender su mercancía a los incautos. Francia, Italia y España, entre otros países golpeados por los efectos económicos, políticos y sociales de los tijeretazos, llevan dos días en Bruselas explicando ante la prensa la necesidad de acompañar los ajustes a la alemana de políticas de estímulo más anglosajonas, ante una recesión que se adivina profunda y un paro que avanza a galope tendido. Incluso en Berlín el tono ha variado, y la propia Comisión ha iniciado un cambio de dirección que pasa por flexibilizar los objetivos de déficit. El debate está en la calle, en los periódicos, en círculos académicos y puede que incluso empiece a tener tracción en cenáculos políticos. Pero nada de eso se ve en la sala de reuniones de las cumbres de Bruselas, según fuentes comunitarias.

 

“Ningún país ha sacado en el Consejo la posibilidad de un cambio de política. Nadie está avisando dentro de que puede que estemos cometiendo un error histórico ni nada parecido. No hay debate sobre la estrategia fundamental de política económica, que tiene un amplísimo consenso en la UE”, explicó una alta fuente europea. “Las elecciones en Italia y el hecho de que aún no se vean los resultados del ajuste son indicios de que la credibilidad de la estrategia europea está en juego este año. Pero los líderes europeos han decidido seguir adelante con esa línea en la cumbre”, dijo.
La paradoja es que los Gobiernos europeos, con la aquiescencia de la Comisión, han suavizado los recortes tras la profundización de la recesión y el continuo aumento de un desempleo que está en máximos desde que el euro existe. Francia, España, Portugal y Holanda tendrán más tiempo para rebajar el déficit público al sacrosanto 3% del PIB. Y Bruselas se guiará incluso por criterios políticos para examinar esos déficits: la Comisión evaluará el esfuerzo denominado estructural; es decir, sin incluir los efectos del ciclo económico sobre el agujero fiscal.
La cacofonía de voces tantas veces criticada en Europa es ahora un solo coro sin apenas disonancias, más allá de alguna declaración pública para la galería. “Si hay demasiada austeridad, habrá demasiado desempleo”, dijo el presidente francés François Hollande en Bruselas. Las conclusiones de la cumbre hablan de aplicar una austeridad “diferenciada” por países; por una consolidación fiscal “favorable al crecimiento”. El primer ministro saliente de Italia, Mario Monti, expuso esa necesidad en una carta de despedida a los líderes europeos. Mariano Rajoy anunció antes de la cumbre que iba a reclamar políticas de crecimiento en Bruselas. “Ni una sola voz en la cumbre discutió que la política esté equivocada; nadie defiende un cambio. Puede que ante la prensa sea distinto, pero dentro el acuerdo es total”, cerró una fuente comunitaria.

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