Siria pide a la ONU que investigue ataques químicos de los rebeldes

 

El primer ministro acusa a Occidente de fabricar acusaciones sobre armas químicas

 

El embajador sirio en la ONU, Bachar EL Jaafari. / MARIO TAMA (AFP)
 
La temperatura de guerra al alza en Siria está cosechando amenazas cada vez más graves por parte del régimen y sus aliados. El primer ministro sirio, Wael al Halqi, ha prometido que su país se convertirá en un “cementerio para los invasores” si deciden atacar. En la televisión oficial, Al Halqui se ha mostrado confiado en que acabarán “sorprendiendo” a sus agresores, “como en Yom Kipur”, la guerra contra Israel en 1973. “Como entonces, ahora les vamos a sorprender con nuestra victoria”, ha apuntado. De nuevo, ha acusado a Occidente de fabricar acusaciones sobre armas químicas para tener una “excusa” para su incursión.
Bachar El Jaafari, embajador de Siria ante la ONU, ha afirmado por su parte que los rebeldes han perpetrado ataques con armas químicas para “provocar el ataque” occidental. El Jaafari ha pedido que los inspectores de la ONU desplazados a territorio sirio investiguen tres supuestos ataques químicos cometidos la semana pasada por los rebeldes a las afueras de Damasco en los que “miembros del Ejército sirio inhalaron gas venenoso”.
Un funcionario cercano a Bachar El Asad ha manifestado al diario kuwaití Al Rai que el Gobierno ya no tiene nada que perder, por lo que los “atacantes” deben aguardar acciones desesperadas, especialmente contra Israel. “El hombre que se ahoga no tiene miedo a mojarse”, ha advertido.
Irán ha vuelto a salir en su ayuda, esta vez mediante su líder supremo, Ali Jamenei, quien ha avisado de que cualquier intervención será “un desastre” para Oriente Próximo. “La región es como un polvorín y el futuro no se puede predecir”, ha declarado a la agencia Isna. El salto del conflicto a Líbano, Jordania, Turquía, Irak e Israel es uno de los motivos que obliga a los aliados a meditar profundamente qué pasos dar.
Los insurgentes sostienen que el régimen comenzó a evacuar “zonas de seguridad sensibles” en la capital, Damasco, como edificios gubernamentales y bases de la Cuarta División, pilar de su Ejército. Reuters ha comprobado que el edificio del Estado Mayor de la Defensa estaba vacío. Por ahora no se aprecian traslados de armamento pesado. El temor a un ataque puntual sobre estas infraestructuras se deja notar. En paralelo, milicias rebeldes del Ejército Libre de Siria (ELS) han lanzado cohetes Katiusha contra edificios del espionaje sirio.
Los técnicos de Naciones Unidas han acudido de nuevo a Ghuta, al este de Damasco, donde el día 21 supuestamente se produjo el ataque con armas químicas. Han vuelto a tomar muestras y a hacer entrevistas, constatan los Comités Locales de Coordinación. Para concluir su labor necesitan al menos cuatro días más, según ha señalado el secretario general de la ONU Ban Ki-moon. De hecho, el plazo inicial para su misión pactado con El Asad, de 14 días, se cumple el domingo. En este tiempo han podido investigar en Ghuta, pero no en los tres escenarios pactados sobre los que existían sospechas previas. Ban Ki-moon dijo que luego se analizarán los restos y se informará al Consejo de Seguridad. No aportó plazos. El enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, Lajdar Brahimi, ha avanzado que las muestras encontradas parecen sugerir la presencia de algún tipo de sustancia química.
La oposición ha denunciado que horas antes de la nueva visita de los inspectores internacionales el Ejército atacó ayer el barrio de Jobar con algún tipo de gas tóxico, dejando 20 heridos. El combate se ha centrado este miércoles en Hama, con al menos una veintena de muertos, y en Palmira, donde el rebelde Ejército Libre de Siria ha perdido terreno. Los Comités han señalado que hay un goteo lento pero creciente de deserciones del Ejército regular en el norte. A Líbano han llegado, según Al Jazeera, casi 10.000 refugiados más, “en su mayoría gente rica de Damasco”, a juzgar por sus coches.

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