OPINIÓN


EL YIHADISMO GLOBAL Y LA GUERRA HIBRIDA

Benigno Benavides Nieto
26/10/2015

 

El atentado en Ankara,  último ataque terrorista, es el peor atentado de la historia de Turquía. Se trata de la tercera masacre en lo que va del año. El atentado contra una marcha de activistas prokurdos y otros grupos civiles en Ankara, que dejó al menos 97 muertos.

            El atentado, alerta a la comunidad internacional de lo que se avecina una guerra hibrida y asimétrica asociado al  yihadismo global. El gobierno turco acusa a Kurdos, al gobierno Sirio con sus aliados Rusos y el  Estado Islámico, se cae en el mundo de la incertidumbre. Turquía, a las puertas del mundo occidental y la Unión Europea,  despertaron temores de que la brutal violencia de la guerra civil siria se desborde al territorio turco, extendiendo el terrorismo como ingrediente de lo que hemos llamados la guerra hibrida y asimétrica.  A diferencia de una invasión militar a gran escala o una contienda bélica con frentes clásicos, la guerra híbrida combina el empleo de estrategias militares no convencionales con operaciones hostiles de inteligencia, información, comunicación o amenazas y presiones políticas que entran en el terreno de la guerra psicológica y terroristas.

 Acciones que buscan derrotar, debilitar o someter la voluntad del adversario. Operativos de fuerzas especiales encubiertos, grupos armados actuando como proxies, inteligencia subversiva, sabotaje, ciberguerra, guerra de información o la presión económica y amenaza de sanciones, entre otros, son instrumentos de guerra híbrida. Comúnmente, en esta modalidad bélica distintos actores externos patrocinan y asisten a uno de los contendientes. Por ello, las acciones de terceros Estados en este contexto se miden en su nivel de intensidad pero también en el grado de autoría asumida, ya que muchas de esas actuaciones son clandestinas o encubiertas. Aunque el empleo en uno u otro grado de este tipo de estrategias es común a toda potencia mundial, Estados Unidos y la CIA no necesitan maestro, en el vocabulario de inteligencia ruso hay dos conceptos de larga tradición que encajan en una guerra híbrida: las aktivnye meropriyatiya (medidas activas), operaciones de inteligencia en el exterior dirigidas a influenciar la vida política de un determinado país; y los métodos de maskirovka, tácticas de engaño y falsificación utilizados por las Fuerzas Armadas.

Los atentados cometidos por terroristas islamistas en Europa han puesto de manifiesto el riesgo que, para nuestras libertades y modelo de convivencia, supone la creciente amenaza del fundamentalismo yihadista, de los defensores de la "guerra santa", la versión más radical, violenta y cruel del Islam y los métodos de guerra utilizado, asimétrica-hibrida.

Ante esta situación, si durante el Siglo XX la amenaza para la libertad y la democracia procedió del fascismo, en este nuevo siglo, el peligro que se vislumbra cada vez con mayor nitidez es lo que el historiador Antonio Elorza ha denominado "yihad global".    

Es por ello que los más exaltados partidarios del radicalismo islamista pretenden lanzarse al asalto de Europa, empezando por la recuperación de Al Andalus. Algunos analistas, advertía recientemente del riesgo de un fatal destino islámico para Occidente, convertido, según ella, en "Eurabia". Pero, pese a estos funestos vaticinios, pese que el Estado Islámico (EI) ha amenazado a Occidente esto no deja de ser un delirio fanático, a pesar del riesgo latente de sufrir atentados sangrientos y dolorosos, como nos recuerda la memoria trágica del 11-M de 2004.

En este sentido, la caldea Pascala Warda, exministra iraquí, era rotunda al afirmar que "el Estado Islámico quiere aniquilar al cristianismo y a todas las minorías" y, por ello, el yihadismo "es un movimiento internacional de terrorismo que necesita soluciones auténticas internacionales".

En las zonas bajo control yihadista se cometen actos de violencia extrema (degollamiento de rehenes o el brutal asesinato del piloto jordano Maaz al-Kasasbeh), crímenes que, con el hábil manejo de la propaganda del terror a través de las nuevas tecnologías han producido un importante impacto emocional en el mundo civilizado, eso forma parte de la guerra asimétrica-hibrida.

De este modo, los yihadistas han seguido las consignas de Abu Bakr Nayi, autor de una siniestra obra titulada Guía de la ferocidad en la que instaba a los guerreros de Alá a aplicar una violencia excesiva para disuadir a los enemigos del Islam, a difundir las ejecuciones de estos, y a atacar a los infieles en cualquier lugar.

Todo ello ha producido un cóctel explosivo en el que se aúna la mentalidad teocrática, fanática y medieval del yihadismo, con la utilización por parte de estos de la tecnología y el armamento del Siglo. XXI para impulsar su particular mal llamada "guerra santa".

Ante la amenaza yihadista no hay una solución clara ni tampoco fácil. En consecuencia, sería peligroso lanzarse a una "cruzada antiislamista", a una nueva guerra sobre el terreno, una vez vista la experiencia de lo ocurrido en Afganistán y, sobre todo en Iraq, aunque tampoco se deben descartar acciones puntuales y ataques aéreos, lanzados por la coalición internacional, hoy se anexa Rusia con otros intereses particulares en Siria y la protección al dictador de turno Bachar A-sad,  con lo cual Putin quiere levantar su perfil al estilo zarista de Pedro El Grande y China a la zaga.

De todas formas, la opción armada supone una espiral arriesgada por las consecuencias que genera en la zona de conflicto y, también, porque puede fomentar un preocupante auge de los partidos racistas e islamófobos, como está ocurriendo con la aparición de Pegida en Alemania. Tampoco parece el mejor camino en las actuales circunstancias el bienintencionado ideal de la Alianza de Civilizaciones ni la inhibición ante la amenaza yihadista.

El problema de fondo sigue siendo el mismo que el que se produjo en Afganistán e Irak: se derrotó militarmente a los talibales y al dictador Saddam Hussein pero se fracasó a la hora de establecer posteriormente instituciones auténticamente representativas en dichos países dado que no existía una cultura ni unos dirigentes democráticos para esta nueva etapa pues, como señalaba Elorza, "el Islam está habituado al autoritarismo".

Por ello, la respuesta al desafío mundial que supone el yihadismo, es muy complicada puesto que Occidente, tras años de apoyar por motivos geoestratégicos a regímenes musulmanes dictatoriales (desde el Irán del Sha, la Libia de Gadaffi o la autocracias de Egipto y Marruecos) o a monarquías corruptas como la de Arabia Saudí, tras librar las guerras de Afganistán e Iraq, ha sido incapaz de asentar en el mundo musulmán gobiernos de signo democrático.

Este gran fracaso, este vacío de poder es el que ha favorecido el arraigo del yihadismo en amplias zonas de Oriente Medio y África con las consecuencias de todos conocidas.

 Occidente esta amenaza, dependerá en gran medida el futuro inmediato del mundo musulmán y también nuestra civilización occidental, surgida de la síntesis de tradición judeo-cristiana, las ideas de la revolución liberal y de las conquistas sociales logradas por el movimiento democrático, cimientos de nuestra sociedad libre y democrática. Le toca a la ONU y a los aportes del Papa Francisco y la Diplomacia lograr la Paz del mundo y sobre todo en estas regiones comprometidas en conflictos, buscando el respeto a la dignidad humana y la especie, es el legado que espera la sociedad humanística internacional.

 








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