OPINIÓN

Sin palabras

Por: | 05 de febrero de 2015
Así es como muchos nos quedamos tras conocer el brutal asesinato del piloto jordano a manos de los bárbaros del Estado Islámico, califato o como quiera que llamen a su tiranía. Si pensábamos que las decapitaciones eran el culmen de su crueldad, estábamos equivocados. Al igual que antes con el atentado a Charlie Hebdo, no hay palabras para describir la rabia y el asco que producen esas atrocidades. Las ideologías, las opiniones, pueden debatirse. Pero no hay ideología ninguna detrás de esa máquina de convertir la muerte en propaganda de sus aberraciones.
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A raíz de la matanza de París, politólogos, diplomáticos y periodistas volvimos a analizar el por qué del yihadismo. La campaña de Afganistán, la invasión de Irak, la financiación saudí de la interpretación más oscura del islam,  la falta de integración de los musulmanes europeos… Resulta ser una enfermedad con muchas causas. Ninguna sin embargo puede justificar el tormento que las huestes del EI y sus seguidores infligen a sus víctimas (las conocidas como el piloto jordano y las desconocidas como los miles de iraquíes y sirios a los que subyugan). Porque no nos engañemos, quienes difunden y jalean esos vídeos macabros son tan culpables como los asesinos.
Está bien que líderes religiosos musulmanes se hayan unido a la condena. Pero no hace falta ser musulmán, ni cristiano, ni budista, ni de ninguna religión en particular, para denunciar la barbarie. No hay humanidad en quitar la vida a otro ser humano, salvo en casos extremos de legítima defensa. No hay ley humana ni divina que condone el castigo a un individuo por los males reales o percibidos que haya podido causar su Gobierno o cualquier otra institución de su país de origen. La violencia deslegitima la causa de quienes recurren a ella.
Y una vez que nos hemos desahogado ¿qué hacemos para combatir esa ponzoña? Ojalá lo supiera. Ojalá lo supiera alguien. Porque hasta ahora ninguna de las fórmulas parece haber dado resultado: ni las intervenciones militares que lidera EEUU, ni el ojo avizor de los servicios secretos occidentales, ni los programas de reinserción saudíes, ni la represión de las autocracias árabes… Tal vez hayan evitado ataques concretos, pero no la perversa atracción que la violencia ejerce sobre algunos seres ¿humanos?
No, no tengo la solución, pero estoy convencida de que responder con la venganza sólo alimentará el círculo de odio y de la muerte.
 

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