TRIBUNA


Protejamos a los civiles en Siria

28 ministros de Exteriores piden salvaguardar de inmediato a la población no combatiente de la zona de conflicto, así como a los médicos y al equipo que necesitan para trabajar

 

Imagen de la provincia siria de Idlib. / AP
 
Todas las partes involucradas en el conflicto en Siria tienen que cumplir las normas del derecho humanitario internacional para proteger en todo momento a la población civil de la violencia del conflicto. Es nuestro deber moral recordarles esta obligación, así como la de garantizar el suministro de asistencia médica y humanitaria en Siria. La violencia contra la población civil en Siria debe detenerse inmediatamente. Los esfuerzos humanitarios actuales deben ser incrementados con urgencia, independientemente de los esfuerzos políticos para resolver el conflicto.
Llamamos a todas las partes involucradas en el conflicto a:
• respetar de forma inmediata la obligación de proteger tanto a la población civil como al personal, la infraestructura y el transporte médico;
• permitir y facilitar de forma inmediata el acceso libre de la ayuda humanitaria a todo el territorio;
• garantizar sin demora la protección y la seguridad del personal humanitario que ejerce su labor en el país.
Imagínese que fuesen destruidos su ciudad, su lugar de trabajo y el colegio de sus hijos. No de inmediato, sino de manera lenta, gradual e imprevisible. Imagínese la inseguridad y el estrés que viviría pensando en el día de mañana. Saber que la próxima casa en ser destruida puede ser la de su vecino o la suya; esa es la trágica e insoportable realidad que vive el pueblo de Siria.
 
Queremos que todos los ciudadanos del mundo entiendan que el conflicto actual en Siria tiene consecuencias reales y tangibles para la población. Por lo tanto, aunque la discusión actual y la atención mediática se focalicen sobre todo en la situación política y militar, no podemos perder de vista el impacto que el conflicto tiene, día tras día, en la población de Siria.
Hace más de dos años que se prolonga este trágico conflicto. Cada mes fueron miles los ciudadanos que murieron, y los que sobreviven – tanto en Siria como en los países vecinos – viven en situación de carencia extrema.
Estamos consternados ante las trágicas consecuencias del conflicto que siguen agravándose. Los combates y la violencia han llegado a un nivel insostenible. Causan sufrimiento insoportable, pérdidas de vidas humanas, flujos de refugiados, desplazamiento masivo de la población e importantes daños materiales. A pesar de los esfuerzos por mejorar la protección de todos los ciudadanos afectados en Siria y en los países vecinos, la situación humanitaria sigue empeorando dramáticamente y son muchos los ciudadanos que no tienen acceso a la ayuda humanitaria. Nos preocupamos sobre todo por las personas más vulnerables, los niños y las mujeres en específico.
Las cifras hablan por sí mismas. Se estima que más de 100 000 personas han muerto por la guerra y 465 000 han sido heridas. Más de 2 millones de refugiados, incluyendo 1 millón de niños, ya han dejado el país, mientras que 4,3 millones, incluyendo 2 millones de niños, se han visto obligados a dejar sus casas aunque permanecen en territorio sirio. Estas cifras no dejan de aumentar día a día.
Nos indigna el uso de armas químicas en Siria que causó la muerte de tantos ciudadanos, incluyendo gran número de mujeres y niños. Condenamos categóricamente el uso de estas armas de destrucción masiva. El uso de armas químicas es – en toda circunstancia – una grave violación del derecho internacional y un espantoso crimen de guerra. No puede haber impunidad para estos actos y todos los autores deben ser juzgados.
 
Todas las partes del conflicto tienen la responsabilidad de cumplir las normas del derecho internacional humanitario, incluso los principios de distinción, proporcionalidad y humanidad, para proteger en cada momento a la población civil de la violencia del conflicto. Tenemos el deber moral de recordarles a todas las partes involucradas sus obligaciones y ejercer nuestra influencia para que las asuman y garanticen la asistencia médica y humanitaria en Siria.
Nos causa gran preocupación, específicamente, el hecho de que la infraestructura médica haya sido gravemente dañada o destruida. Según los datos de la ONU, el 60% de los hospitales públicos han sido afectados, muchos de los cuales severamente dañados y el 40% han quedado fuera de servicio. Casi el 80% de las ambulancias del país han sido dañadas y en algunos casos las unidades son usadas en los combates, lo que es muy preocupante. A menudo se revisan los convoyes y muchas veces se interceptan los insumos médicos. Los combatientes apuntan deliberadamente a pacientes y personal, infraestructura y vehículos médicos. Utilizan la infraestructura médica, incluso los hospitales, con fines bélicos, algunos de los cuales son convertidos en centros de tortura y de detención.
El daño de las instalaciones sanitarias, la falta de personal médico cualificado y la inseguridad reinante son la causa de que mucha gente no tenga acceso asegurado a una atención médica. Carecen de servicios médicos básicos, lo que significa un riesgo importante para mujeres y niños en específico y para quienes sufren enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardíacas. La interrupción de programas de vacunación, el daño a instalaciones de provisión de agua, la imposibilidad de acceder a condiciones mínimas de higiene y la destrucción de casas y refugios también aumentan el riesgo de un estallido de enfermedades contagiosas. Ya se ha confirmado un brote de sarampión y de diarrea.
En algunos casos se ha verificado el robo a convoyes humanitarios de insumos quirúrgicos imprescindibles para salvar vidas. Observamos que son muchos los ciudadanos que mueren a causa de heridas que con una asistencia médica suministrada a tiempo hubieran podido sobrevivir. Mientras tanto las organizaciones humanitarias siguen trabajando en condiciones muy difíciles de acceso a las víctimas.
La violencia contra la población civil en Siria debe detenerse inmediatamente. Los esfuerzos humanitarios actuales deben ser incrementados con urgencia, independientemente de los esfuerzos políticos para resolver el conflicto.
 
Agradecemos al personal humanitario de varias organizaciones de la ONU y otras organizaciones internacionales y locales por estar en el terreno y arriesgar sus vidas cada día para brindar, en circunstancias extremadamente difíciles, asistencia humanitaria a todos los ciudadanos. Elogiamos el coraje y la solidaridad de hombres y mujeres comunes que se esfuerzan por aliviar el sufrimiento de sus familias y sus vecinos en una situación tan extrema y trágica.
Llamamos a todas las partes del conflicto a asumir su obligación de proteger tanto a la población civil como al personal, a la infraestructura y al transporte médico. Deben permitir y facilitar de forma inmediata el libre acceso humanitario a todo el territorio, incluido el suministro sin discriminación de los servicios médicos y de asistencia humanitaria. Instamos a todas las partes a garantizar la protección y la seguridad del personal humanitario que está ejerciendo su labor.
Jean Asselborn, Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores del Gran Ducado de Luxemburgo
Christian Friis Bach, Ministro de Cooperación al Desarrollo de Dinamarca
Julie Bishop, Ministra de Asuntos Exteriores de Australia
Didier Burkhalter, Consejero Federal encargado de Asuntos Exteriores de Suiza
Charles Koffi Diby, Ministro de Relaciones Exteriores de Costa de Marfil
Karl Erjavec, Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores, Eslovenia
Nabil Fahmy, Ministro de Asuntos Exteriores de la República Árabe de Egipto
José Manuel García-Margallo y Marfil, Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España
Kristalina Georgieva, Comisaria europea de Cooperación Internacional, Ayuda Humanitaria y Respuesta a las Crisis.
Eamon Gilmore, Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores y Comercio de Irlanda
Heidi Hautala, Ministra de Desarrollo Internacional de Finlandia
Erlan Idrissov, Ministro de Asuntos Exteriores de Kazajstán
Ioannis Kasoulides, Ministro de Asuntos Exteriores de Chipre
Jan Kohout, Ministro de Asuntos Exteriores de la República Checa
Miroslav Lajčák, Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores y Asuntos Europeos de Eslovaquia
Linas Linkevičius, Ministro de Asuntos Exteriores de Lituania
Janos Martonyi, Ministro de Asuntos Exteriores de Hungría
Marty M. Natalegawa, Ministro de Asuntos Exteriores de Indonesia
Urmaes Paet, Ministro de Asuntos Exteriores de Estonia
Lilianne Ploumen, Ministra de Comercio Exterior y de Cooperación al Desarrollo de Países Bajos
Vesna Pusić, Vicepresidenta Primera y Ministra de Asuntos Exteriores y Asuntos Europeos de Croacia.
Didier Reynders, Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores, Comercio Exterior y Asuntos Europeos, Bélgica
Edgars Rinkēvičs, Ministro de Asuntos Exteriores, República de Letonia
Radoslaw Sikorski, Ministro de Asuntos Exteriores, República de Polonia
Michael Spindelegger, Vicecanciller y Ministro Federal para Asuntos Europeos e Internacionales, Austria
Surapong Tovichakchaikul, Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores de Tailandia
Evangelos Venizelos, Viceprimer Ministro y Ministro de Exteriores de Grecia
Kristian Vigenin, Ministro de Asuntos Exteriores de Bulgaria

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