China mantiene abierto el ‘caso Bo Xilai’

Gu, condenada a la pena capital suspendida por dos años por matar a un británico Estos castigos son normalmente conmutados por la cadena perpetua si el preso se porta bien Jose Reinoso Pekín 20 AGO 2012 - 18:42 CET24 G Gu Kailai, esposa de Bo Xilai, uno de los máximos líderes del Partido Comunista Chino (PCCh) hasta el pasado abril, ha sido sentenciada este lunes a muerte con dos años de suspensión de pena por el asesinato de un ciudadano británico, Neil Heywood, de 41 años, a quien envenenó en noviembre pasado debido a una disputa económica. El dictamen es en la práctica una condena a cadena perpetua, ya que este tipo de sentencias son conmutadas en China a cárcel de por vida si el preso muestra buen comportamiento. Zhang Xiaojun, un empleado de la familia que ayudó a Gu a matar al hombre de negocios británico, ha sido condenado a nueve años de cárcel, y cuatro policías que intentaron ocultar el crimen y evitar que Gu fuera objeto de una investigación sobre el asesinato han recibido penas de 5 a 11 años. más información Los principales personajes del caso 'Bo Xilai' Ajuste de cuentas en la sombra Una vaca en el camino de Deng Xiaoping El veneno de los Bo sacude China ANÁLISIS: Se apaga la estrella de la política china, por G. Higueras ANÁLISIS Tiempo de purga, por LLUÍS BASSETS El veredicto a Gu Kailai cierra una etapa en el mayor escándalo político que ha vivido China desde las manifestaciones de la plaza de Tiananmen en 1989, pero deja muchas preguntas sin respuesta sobre el papel que desempeñó Bo Xilai y el futuro de quien hasta hace unos meses era un claro candidato a entrar en el Comité Permanente del PCCh —el máximo órgano de poder del país— en el próximo congreso del partido, que tendrá lugar en otoño. Bo, de 63 años, fue destituido como secretario del PCCh en la municipalidad de Chongqing a mediados de marzo, y el mes siguiente fue expulsado del Politburó, órgano integrado entonces por 25 miembros, coincidiendo con la acusación a su esposa por el “homicidio intencionado” de Heywood. Los ojos se volverán ahora hacia Bo, quien no ha sido visto en público desde que fue defenestrado. De momento, solo ha sido acusado de “graves violaciones de disciplina”, término asociado normalmente a delitos económicos y de corrupción. Los analistas políticos creen que el juicio a Gu es el prólogo del castigo a Bo Xilai y su expulsión del PCCh. Otros dudan de que llegue a ser juzgado. La clave reside en si el ambicioso político, que cuenta con el apoyo de un sector del partido, tuvo algo que ver en el asesinato de Heywood, si cometió algún delito y si será perseguido penalmente. Si no se sienta en el banquillo, Gu será percibida como la cabeza de turco en la caída de su marido. También está por ver qué ocurre con Wang Lijun, el jefe de policía de Chongqing con Bo, quien destapó el escándalo en febrero cuando se refugió en un consulado de Estados Unidos, al sentir que su vida corría peligro tras enfrentarse con Bo Xilai y decirle que sospechaba que su esposa había matado a Heywood. El fallo deja muchas incógnitas sobre el papel de Bo en el suceso Según la prensa británica, Gu Kailai pidió al británico que le ayudara a sacar de China una gran suma de dinero ilegalmente y, cuando ella se negó a pagarle la elevada comisión que él pedía, Heywood amenazó con desvelar el plan. ¿Ocurrió todo esto sin el conocimiento de Bo? ¿Asesinó Gu a Heywood sin el conocimiento de Bo? ¿Intentaron ocultar los cuatro policías el crimen sin el conocimiento de Bo? Son interrogantes que no han sido resueltos en el juicio a su esposa, celebrado el pasado 9 de agosto en Hefei (capital de la provincia de Anhui) en una vista que duró apenas siete horas y en la que no hubo referencias a posible corrupción ni a Bo Xilai, quien tampoco compareció como testigo. La televisión pública CCTV ha mostrado este lunes a Gu Kailai tras escuchar la sentencia. “Es un veredicto justo. Refleja totalmente el especial respeto del tribunal por la ley, su especial respeto por la realidad y, en particular, su especial respeto por la vida”, dijo. Gu confesó durante su detención, y luego también durante el juicio, que mató al británico, un viejo amigo de la familia con quien tenía una disputa económica. Según la prensa china, Gu dijo durante la vista que Heywood amenazó y puso en peligro la seguridad de su hijo, Bo Guagua, aunque no explicó de qué forma. El político era un claro candidato a entrar en el comité central del PCCh ¿Cómo ha escapado esta abogada de 53 años, hija de la aristocracia comunista china, a la pena de muerte con ejecución? Tang Yigang, un funcionario del tribunal de Hefei, ha afirmado este lunes que los jueces han considerado como circunstancias atenuantes que sufría problemas psicológicos, que confesó y se arrepintió, y que testificó contra otros. Pero Tang añadió que el tribunal ha rechazado la alegación sobre las amenazas de Heywood porque no había pruebas de que pensara llevarlas a cabo. La agencia oficial Xinhua ha presentado a Gu como una mujer con depresión, que tomaba medicamentos y recurrió al asesinato como consecuencia de las supuestas amenazas. Gu engañó a Heywood para que acudiera a un hotel de Chongqing, donde, tras emborracharle, le vertió cianuro mezclado con agua en la boca. El cuerpo del británico apareció en la habitación de un hotel en Chongqing el 15 de noviembre. Había fallecido el día anterior. La policía dijo entonces que había muerto de un ataque al corazón por un consumo excesivo de alcohol. La Embajada de Reino Unido en China ha mostrado su satisfacción por el hecho de que “las autoridades chinas hayan investigado la muerte de Neil Heywood y hayan juzgado a aquellos identificados como responsables”. El comunicado emitido por la legación señala también que Londres había dejado claro a las autoridades chinas que quería “ver juicios en este caso conformes con los estándares internacionales de derechos humanos y que no fuera aplicada la pena de muerte”. El proceso a Gu Kailai se inscribe en la lucha entre facciones en el PCCh El veredicto de culpabilidad de Gu Kailai parecía haber sido decidido ya antes del juicio, pero la pena a imponer era una cuestión delicada. Una condena demasiado dura podría ser percibida como la utilización de Gu Kailai como chivo expiatorio de las potenciales irregularidades cometidas por su marido, mientras que una demasiado suave podría provocar el sentimiento de que los altos dirigentes están por encima de la ley, todo lo contrario de lo que han repetido las autoridades numerosas veces durante el proceso. Los expertos daban por sentado que Gu no sería ejecutada, por miedo a la reacción que pudieran tener los simpatizantes de Bo dentro del partido, algunos de los cuales piensan que el exdirigente y su esposa son víctimas de una conspiración como consecuencia de las luchas de poder entre las diferentes facciones del PCCh. También creen que los líderes chinos temían las simpatías que pudiera despertar Gu entre la población. En China, existe el sentimiento de que la corrupción es un fenómeno que no solo afecta a la familia Bo sino también a muchos otros dirigentes, y Pekín no quiere abrir la caja de los truenos cuando se dispone a celebrar un importante congreso en el que se producirá el relevo en la dirección del partido. Ningún alto líder chino ha sido condenado a muerte y ejecutado desde el final de la Revolución Cultural (1966-1976), el movimiento lanzado por Mao Zedong para reavivar el espíritu revolucionario y deshacerse de sus enemigos, que sembró el caos en el país. En 1998, Chen Xitong, exalcalde de Pekín y miembro del Politburó, fue sentenciado a 16 años de cárcel por corrupción, cuando en otros casos de corrupción dirigentes de menor rango han sido ejecutados.

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