Terroristas de tercera
generación
Los últimos atentados en Europa han sido cometidos por una
nueva camada de militantes que operan de manera autónoma
B. BERGARECHE/BILBAO
El enemigo es el mismo pero está
cambiando. Esa es la conclusión que cabe extraer de los últimos análisis sobre
lo que Fernando Reinares, investigador sobre terrorismo del Real Instituto
Elcano, denomina 'yihad neosalafista global'. Según los expertos, no hay
matices en el horror que evocan, pero sí diferencias estructurales entre los
autores de los atentados del 11-S en Estados Unidos y quienes pusieron las
bombas en Madrid el 11 de marzo del 2004.
«Un buen número de ataques
terroristas cometidos después del 11-S son obras de redes de base compuestas
por personas que operan dentro del país donde residen, que comparten los
objetivos estratégicos del movimiento yihadista global, pero que no pertenecen
formalmente a Al Qaida», afirma Javier Jordán, especialista en terrorismo
yihadista de la Universidad de Granada. Constituyen la tercera generación de
esta internacional del terror, y se les atribuyen los últimos atentados
cometidos en Europa, incluido el 11-M.
El propio Osama Bin Laden y los
'muyahidines' veteranos de la guerra contra la ocupación soviética de
Afganistán en los 80 conforman la primera generación del movimiento
neosalafista. Son los miembros fundadores de Al Qaida ('la base', en lengua
árabe). Quienes estrellaron los aviones contra las Torres Gemelas, por su
parte, son paradigmáticos de la segunda generación: con un nivel de educación
elevado y entrenados en Afganistán. En aquella época, 'la base' constituía
todavía una red global dirigida desde algún punto de la frontera
afgano-paquistaní, hasta que la campaña militar de EE. UU. puso fin en el 2002
a la dominación talibán de Afganistán y decapitó a Al Qaida, que pasó a ser una
fuente de inspiración para redes que operan con autonomía.
Internet juega un papel esencial
en las comunicaciones entre estos nuevos activistas -en su mayoría, jóvenes
musulmanes de orígenes sociales diversos que viven en Europa- y sus mayores en
organizaciones más formales como el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM)
y el argelino Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), las dos
organizaciones de referencia para los yihadistas españoles de tercera
generación. Ambas constituyen el núcleo de la recientemente constituida Al
Qaida del Magreb Islámico, la nueva franquicia en el norte de África de un Bin
Laden fortalecido por los problemas de EE. UU. en Irak.
Conexión española
La presencia yihadista en España
desde los 90 ayuda a comprender el paso de la segunda a la tercera generación.
Fue un prominente miembro sirio-español de Al Qaida, Mustafá Setmariam,
conocido como Abú Musab al-Suri, quien teorizó la sustitución del modelo
centralizado por el de redes y células de «la resistencia sin líderes», la
nueva fase en la yihad según la interpretación de los neosalafistas. «Sin
confrontación en el terreno y la toma de control del territorio no podemos
establecer un Estado, objetivo estratégico de la resistencia», escribió
Setmariam, detenido en Pakistán en marzo del 2006.
Inspiró la red de Abú Dahdah, la
primera experiencia yihadista en España, desarticulada a finales de los 90 y
compuesta por personas de origen sirio. Esta red de segunda generación es
considerada como la precursora de la que ejecutó el 11-M. Según Reinares,
«España es hoy más blanco de Al Qaida que antes de los atentados del 11-M».
Para el profesor Luis de la
Corte, «España y Francia son los países donde la amenaza es más elevada». En el
caso de España, cita entre los factores de riesgo la proximidad con el Magreb,
el referente de Al-Andalus, la respuesta al 11-M, y la presencia de tropas en
Afganistán y Líbano.