Sin brújula en Siria

 

Por: | 23 de diciembre de 2013


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El pasado 17 de diciembre Valerie Amos, en nombre de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), y Antonio Guterres, en representación del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), no dejaron lugar a dudas en su llamamiento conjunto sobre la gravedad de la crisis siria y sobre las pesimistas previsiones para el inmediato futuro.

De sus palabras se deduce que a final de año habrá no menos de cuatro millones de refugiados sirios en los países vecinos y más del 75% de la población siria necesitada de ayuda alimentaria. En consecuencia, la ONU ha lanzado un llamamiento internacional de 4.720 millones de euros durante los próximos doce meses- la mayor cifra solicitada nunca para responder a una crisis nacional.
La violencia, entretanto, lejos de remitir no hace más que aumentar en todos los rincones del país, tanto en el noreste, donde las milicias kurdas tratan de evitar el control por parte de los grupos yihadistas, como en Alepo, donde las fuerzas del régimen acaban de cometer otra atrocidad. En efecto, durante la pasada semana se registró el reiterado lanzamiento de bidones explosivos desde helicópteros contra población civil de la municipalidad de Alepo- hasta hace poco uno de los feudos más sólidamente controlados por grupos rebeldes. Se trata no solamente de una nueva demostración de la voluntad sanguinaria del clan de los Asad y sus leales, sino también de su convencimiento de que sus violaciones de las más elementales normas de la guerra- que incluyen la inanición de poblaciones bloqueadas sin ayuda de ningún tipo- quedarán impunes.
Por si necesitarán alguna nueva prueba de la falta de voluntad de la comunidad internacional para detener la matanza, ahora Estados Unidos acaba de dar a conocer su decisión de suspender el suministro de material militar a los grupos asociados al Ejército Libre de Siria (ELS), que se había identificado previamente como un aliado fiable en el choque contra Bachar el Asad. Conviene recordar que, oficialmente, el material que se venía entregando hasta ahora era calificado como “no letal”- chalecos antibalas, equipos de visión nocturna, medios de comunicación…-, por lo que si realmente nunca se ha entregado “material letal”- armas y municiones- resulta difícil entender la decisión, reiterando la letanía de que ese material podría caer en “malas manos” y alimentar un mayor nivel de violencia tanto en Siria como en otros países vecinos (con Libia en el recuerdo). Si lo que había en los almacenes del ELS asaltados la pasada semana por el Frente Islámico- asociación de grupos yihadistas armados, entre otros, por Arabia Saudí- no eran armas, parece exagerado dejar sin apoyo militar a unos grupos que desde el pasado verano van perdiendo posiciones frente a unas fuerzas al servicio de Damasco que, con el apoyo de los pasdarán iraníes y los milicianos del grupo chií libanés Hezbolá, ven la próxima Conferencia Ginebra 2 con renovadas esperanzas. Y si, por el contrario, lo que había eran armas, volveríamos a estar ante un ejemplo del doble lenguaje que se utiliza cuando no se desea implicarse directamente en un conflicto abierto en el que no hay en juego ningún interés vital para Washington.
Los errores vienen repitiéndose desde el arranque de la movilización ciudadana en marzo de 2011. Fue, hay que volver a insistir en ello, una movilización netamente pacífica y, sin embargo, no recibió el apoyo necesario de unos gobiernos occidentales que dicen basar su acción exterior en la defensa de valores y principios como la democracia y el respeto de los derechos humanos. Por el contrario, en un nuevo ejercicio de ambigüedad calculada, fue mayoritaria la comprensión con un régimen corrupto y represivo que ha sido un socio durante largo tiempo y que es ahora un mal menor frente a cualquier alternativa.
Posteriormente, cuando ya la violencia se adueñó de Siria, tampoco hubo voluntad para apoyar a los grupos que lideraron en primera instancia el choque contra las fuerzas de El Asad. Y ahora, cuando el campo rebelde se ha fragmentado descontroladamente y cuando los grupos más activos y más capaces son los de perfil yihadista, asociados incluso con Al Qaeda, quizás sea ya tarde para reconducir un proceso que parece llevar inevitablemente al marasmo generalizado. En realidad, observando los últimos movimientos, parecería que se apuesta por alargar el conflicto sangriento indefinidamente, sin permitir que El Asad pueda volver a dictar totalmente el guión de Siria, pero también evitando que sus enemigos puedan inclinar decisivamente la balanza a su favor. De ese modo, mientras se debilitan mutuamente, se pretende llevar a delante el desarme químico y seguir elucubrando sobre qué hacer más adelante.

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ADIOS MADIBA