La victoria conservadora en Chipre allana la vía al rescate europeo

Nikos Anastasiadis, apoyado por la canciller Merkel, tendrá que presentarse en segunda vuelta

 

El candidato presidencial Nicos Anastasiadis vota esta mañana con su familia. / EFE
 
El candidato conservador Nikos Anastasiadis ha ganado este domingo las elecciones presidenciales chipriotas con un 45,4% de los votos, según resultados definitivos difundidos por el Ministerio del Interior, con lo que se enfrentará al segundo candidato más votado, Stavros Malas, el próximo 24 de febrero en segunda vuelta. Chipre ha despedido así al último presidente comunista de la UE, Dimitris Christofias.

 

Las encuestas a pie de urna pronosticaban una victoria de Anastasiadis, candidato de Unión Demócrata, de centro-derecha, con más de la mitad de los votos, pero finalmente tendrá que enfrentarse en segunda vuelta a Malas, candidato del Partido Progresista de los Trabajadores (AKEL), que ha logrado el 26,9% de los sufragios. El que podría decidir la segunda vuelta podría ser el tercer candidato más votado, el independiente Giorgos Lillikas, que ha logrado un 24,9% de los votos.
Anastasiadis, de 66 años, es abogado y dirige la Unión Demócrata desde 1997. Si finalmente se hace con la presidencia deberá negociar el rescate para el país, sumido en una profunda crisis y muy ligado a la debilitada economía griega, ya que en Chipre el presidente cuenta con amplios poderes ejecutivos. Además queda aún pendiente la negociación de la posible reunificación de la isla, dividida entre grecochipriotas y turcochipriotas desde la invasión del norte de la isla por Turquía en 1974. Anastasiadis apuesta por cambiar la estrategia que se ha llevado hasta ahora: quiere involucrar a Turquía directamente en las negociaciones de paz y aliviar la tensión con los turcochipriotas separatistas.
“El resultado de hoy es una victoria de los ciudadanos. Es la victoria de las fuerzas políticas que quieren que pasemos página”, ha dicho Anastasiadis tras saber que había ganado en primera vuelta. La marcha de Christofias, el único presidente chipriota que no ha buscado la reelección, será una buena noticia para líderes europeos como la canciller alemana Angela Merkel, que ha respaldado públicamente a Anastasiadis, miembro, como ella, del Partido Popular Europeo.
Al contrario que su rival de la segunda vuelta, Anastasiadis es un viejo conocedor de los laberintos de poder chipriotas. Tras pasar por la rama juvenil de su partido y llevar dirigiéndolo más de 15 años, este abogado tratará de intensificar los lazos con los líderes europeos para convencerles de que cierren al fin un rescate que rondaría los 17.000 millones de euros, una cantidad pequeña para los Gobiernos de la eurozona, pero que supone casi el 100% del PIB chipriota. A cambio, Anastasiadis está dispuesto a ofrecer a Berlín y a Bruselas más recortes dolorosos y reducir el poder de los sindicatos. Pero hay un asunto con el que cualquier político chipriota chocará con las peticiones de los europeos. Todos se niegan a que una compañía independiente audite las normas contra el blanqueo de dinero del país. Esta fue una exigencia de los ministros de Finanzas de la Eurozona para conceder la ayuda financiera a Chipre.
Los seis años de recesión en Grecia han minado la estabilidad económica de Chipre. Las ramificaciones del sistema bancario chipriota están firmemente ligadas a los cimientos griegos, si bien también a la inversión procedente de Rusia. Este es otro de los puntos de fricción que amenazan con complicar el rescate de Chipre, considerado por Moscú el principal foco de evasión de capitales de los multimillonarios rusos.
Aquí residen las reticencias de Alemania a implementar un programa de rescate integral como el aplicado en anteriores casos, por el temor de que los inversores rusos se lucren con la inyección de fondos desde Bruselas. Así, Alemania ha puesto encima de la mesa una propuesta radical que valida la participación de tenedores privados e inversores, reduciendo así el montante del rescate en dos tercios —de 17.000 millones de euros a 5.500 millones de euros— financiado por los fondos europeos. Como contrapartida, se ralentizaría el ritmo de la reducción de la deuda de un 140% a un 77%, lo que, al mismo tiempo, alimenta el miedo de Alemania, el que más dinero aporta a los fondos de rescate, a que Chipre no pueda devolver los préstamos e incurra en pérdidas.
Estos intríngulis han hecho que las conversaciones entre la troika y el Gobierno chipriota se hayan alargado durante ocho meses, sin visos de que haya un acuerdo a corto plazo. Desde mayo de 2011, Chipre se encuentra fuera de los mercados y la tasa de desempleo asciende al 15%.

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