ETICA Y PODER

Antonio Meza





A partir de la afirmación de que para saber qué es el poder, es necesario primero conocer que es el hombre, Sánchez Azcona nos lleva de manera metodológicamente acertada, a realizar primeramente el estudio del perfil del hombre. Este análisis crítico no se lleva a cabo desde una antropología filosófica -que sería lo más deseable- sino más bien desde una perspectiva psicológica. Este autor considera que la búsqueda del poder es una tendencia innata que viene de lo más profundo del ser humano, es el vehículo a través del cual el hombre compensa su sentimiento de finitud y los límites que la vida misma le impone "piensa que sí logra tenerlo y ejercerlo pasa a formar parte de los selectos, de los escogidos, de los importantes del mundo y de la sociedad, un mundo y una sociedad en los que lo más importante y trascendente es el poder y el dinero." (p. XIII)

En este sentido, creo que el autor pasa por alto el condicionamiento y las determinaciones concreto-materiales que determinan esa tendencia �natural� y obsesiva del hombre hacia el poder, sobre todo en las condiciones del modo de producción capitalista, en cuya entraña se encuentra la explotación del hombre por el hombre, la competencia salvaje entre los hombres, la hostilidad hacia todo aquello que no sea ganancia, práctico y utilitario como el desarrollo humanístico, axiológico y teleológico del ser humano.

Otro tema detonador del desarrollo de ETICA y PODER, lo constituye la crisis ya crónica, recurrente y ahora global que desde hace ya varías décadas, sobre todo desde la de los 80�s, vive la humanidad, muy a pesar del vertiginoso desarrollo de la Ciencia y de la Tecnología.

Esta crisis humana, desde el punto de vista de nuestro autor, un punto de vista marxista según mi opinión, se caracteriza por un grave problema de homeóstasis (p. XVI); es decir, un desequilibrio que consiste básicamente en la incapacidad del hombre para conseguir adaptarse plenamente a su contexto y a su dinámica.

La crisis de referencia, presenta al propio tiempo ciertas contradicciones, una de ellas, es la relación inversamente proporcional que se da entre la exuberancia del desarrollo científico-tecnológico y el empobrecimiento, humanista, ético y moral del hombre que ésta conlleva en sus entrañas y en su naturaleza. "El acelerado desarrollo científico ha contribuido también paradójicamente, a mantener en un segundo plano las preocupaciones filosóficas, éticas y humanistas de la sociedad" (p- XIV) todo carece de una base filosófica y humanista que permite el trastrocamiento de los valores, poniendo en primer término de la jerarquía axioteleológica del desarrollo social, no al hombre, sino a la optimización económica y al lucro, al pragmatismo, así como la defensa de los intereses específicos de las grandes corporaciones.

La crisis a la que hace alusión Sánchez Azcona, se manifiesta a través de la presencia de varios fenómenos, factores y eventos -que ya se denunciaban en las líneas de las obras clásicas de Marx y de Engels, cuando llevaban a cabo el análisis crítico del modo de producción capitalista- tales como: La enajenación, la cosificación, la fragmentación del hombre, la deshumanización, la hipócrita moral burguesa que se manifiesta en una doble moral (Sánchez Azcona se refiere ahora a una múltiple moral), al papel de la educación y de la escuela como el medio transmisor de los valores y de la ideología, el juego manifiesto y amañado entre lo relativo y lo absoluto de los valores, entre otros.

Respecto a La educación, siguiendo a Carl Rogers, sostiene que la labor de los maestros, de los educadores y del terapeuta, están indisoluble y axiológicamente relacionadas. La Institución Escolar ha sido históricamente el medio a través del cual las diferentes culturas han transmitido sus valores de una generación a otra. A pesar de este reconocimiento de la importancia de la educación, es necesario reconocer que esta idea se encuentra también en crisis, ya que las jóvenes generaciones no aceptan el sistema de valores de las adultas, por confuso e hipócrita. He aquí algunas de las más importantes dificultades a las que nos enfrentamos los educadores en nuestra labor docente. la incredulidad y la decepción axiológica-moral que tienen los alumnos con respecto a los valores establecidos, la pluralidad de concepciones y prácticas morales que presentan sus alumnos, yo agregaría la contradicción que se da entre diversos contextos axiológicos dentro de los que los niños y los jóvenes mexicanos se forman moralmente; por ejemplo, la contradicción que se da entre la escuela y la familia, en donde ésta última inculca actitudes y valores que entran en franca contradicción con lo que se enseña en el aula, convirtiéndose así en un contexto negativo para una adecuada formación moral y axiológica. El educador tiene un serio problema cuando trata de educar y exige el respeto a las normas en la casa o en la escuela, cuando habla de los valores como a honestidad; como decir la verdad, cuando se condena el crimen en todas sus manifestaciones y en la realidad de nuestra sociedad, desde las más importantes figuras gubernamentales -que tienen la obligación social de respetar leyes y valores- hasta los maestros y los propios padres, llevamos a cabo actividades que se enmarcan justamente en los antivalores correspondientes. Como decir a los niños y jóvenes que deben ser honestos y cultivar una serie de virtudes, si a cada momento escucha que una gran cantidad de personas, que aunque obligados a combatirla, practican cotidianamente la corrupción, la mentira, el engaño, el robo, la injusticia, la falta de respeto, la explotación, etc.

La labor del educador es difícil precisamente porque la teleología de su quehacer no consiste solamente en la mera y mecánica transmisión de conocimientos e información, sino en un proceso de antropogénesis, de formación de hombres, mismos que pretende dar a los alumnos, la oportunidad de adquirir no sólo conocimientos, sino "un perfil humano en toda la extensión de este termino. Sin este último objetivo como meta, el docente pierde esencia" (p XIX) Para lograr el fin formativo del proceso educativo, el maestro debe ofrecer al estudiante no sólo elementos conceptuales, sino éticos y morales para el estudio de la realidad y para su desempeño dentro de la misma.

En relación al último problema planteado, (el relativismo y el absolutismo axiológico) el autor sostiene atinadamente el carácter histórico, social y dialéctico de los valores, afirma la necesidad de reconocer el carácter relativo de los valores, que éstos no son dados de una vez y para siempre; empero, creo que es necesario, y el autor no lo hace suficientemente, afirmar que la visión contraria; es decir, la de que los valores son universales, absolutos e inamovibles, es la idea que el Estado y las clases que detentan el poder económico, político y social, mediante la educación formal e informal, la influencia religiosa y la penetración enajenante y perniciosa de los medios, en especial la televisión, han imbuido en un gran número de generaciones de hombres, durante muchos años en todo el mundo.

Así que con la relación relativo-absoluto, se hace un juego doble; por un lado, las normas y los valores cambian y se pueden transformar desde el poder político-económico al antojo de sus detentadores y por el otro, es necesario hacer creer al grueso de la sociedad que estas normas y valores son absolutos, inamovibles y dadas de una vez y para siempre y por tanto, son dignos de ser seguidos y es obligatorio respetarlos a pie juntillas. Un ejemplo de ello es el tan manoseado concepto ESTADO DE DERECHO, las lapidarias normas de las morales religiosas y los preceptos de la Constitución. Son relativos para unos, los pocos, y absolutas para los más.

EL FENÓMENO DE LA CRISIS GLOBAL CRONICA, INTEGRAL Y RECURRENTE, obliga a Sánchez Azcona a preguntarse: �Qué ha fallado?, �qué ha impedido a la raza humana que ha dado a luz a pensadores (Aristóteles, San Agustín, Tomás Moro, Marx, Freud y Fromm) tan comprometidos con la humanidad implantar planteamientos éticos y formativos que le permitan vivir mejor desde el punto de vista de la libertad y de la igualdad?, �qué impide un cambio más rápido, profundo y permanente hacia un mundo más igualitario y más libre?

De todos los valores, Sánchez Azcona establece que los de la libertad y de la igualdad son tos más representativos, son una suerte de termómetro para ponderar la lucha del hombre por un mundo mejor. Esto, nos remite directamente al campo del poder, del poder político, del aparato del Estado, y de la administración pública, que son las entidades llamadas a hacerlos realidad.

PODER, DOMINIO Y MORAL

Siguiendo la visión aguda que Maquiavelo tiene de la vida política, así como del punto de vista que respecto del poder tiene F. Nietzche, Sánchez Azcona sostiene que la motivación fundamental del hombre es el amor al poder, a través del cual obtiene el reconocimiento social. Con Maquiavelo, nuestro autor afirma que el hombre tiende por naturaleza hacia el poder.

La ambición por el poder tiene su básica motivación en el deseo humano de perpetuidad, de inmortalidad, en la necesidad que tiene el hombre de trascender los límites fatales de su propia muerte. El deseo compulsivo por el poder, es el deseo por ser reconocido e importante entre los otros de su género. El autor, afirma algo que personalmente siempre he sostenido: que el poder es cuasi erótico y desmesuradamente seductor por lo que trae consigo.

Siguiendo una argumentación similar a la hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo, Sánchez Azcona, analiza, no sólo a aquel individuo o grupo de ellos que ejerce una fuerza por sobre los demás, con el fin de dominarIos; es decir, analiza el papel del dominado, del sujeto o de los sujetos sobre los que los dominantes ejercen su dominio y poder, señalando que "en el hombre adulto aún subsiste la necesidad de estar sujeto a alguien, se mantienen rasgos infantiles de dependencia emocional" (P. 35) El hombre necesita de una figura de autoridad, de un jefe para ser dirigido y eso es en la temprana edad, el padre, cuya figura se transfiere finalmente al líder, al sujeto dominante, a la autoridad. Así como el esclavo no puede existir sin el amo y viceversa, así también el dominador no se explica sin los sujetos que domina y éstos no encuentran su razón de ser sin aquel que ejerce poder y dominio sobre ellos.

El poder y dominio que éste permite, no se ejerce de manera descarnada, se ejerce de manera sutil, "civilizada", para lo cual se le crea un marco ideológico y formal que lo explica y justifica, que lo hace aparecer como el acuerdo social en que dominados y dominantes parecen vivir sin dificultad y sin antagonismos, aceptando, como en tiempos de Aristóteles, que por naturaleza algunos hombres nacieron para mandar y otros, los más, nacieron para obedecer.

La historia de la humanidad da cuenta de esfuerzos permanentes para controlar, para acotar y limitar el ejercicio del poder y su dominio: En la Francia de la Ilustración, encontramos el contrato social, la división de poderes, etc. Hoy, ante las experiencias dramáticas y amargas que han dejado los ejercicios del poder sin límites, los gobiernos dictatoriales y autoritarios de toda laya, la sociedad presenta a la vida democrática como una alternativa para acotar hoy día al poder. �El contrapeso a la expansión cruda, irracional e ilimitada del dominio político en las sociedades está en la búsqueda e implantación de un sistema democrático que, aún a finales del siglo XX, lleno de restricciones e imperfecciones es el mecanismo más viable que el hombre ha encontrado para no ser barrido por la barbarie del poder" (P. 44)

El concepto de Democracia, al decir de Sánchez Azcona, "implica el reconocimiento de un conjunto de instituciones y de normas jurídicas que reglamentan y limitan el acceso y el ejercicio del poder, sobre todo el derecho de cada persona para participar, de acuerdo a los requisitos jurídicos en el escenario político" (p- 45)

Empero lo anterior, la Democracia no elimina por supuesto el carácter dialéctico del devenir humano de naturaleza histórico-social, antes a contrario, eso puede ser el resultado de la confrontación entre visiones del hombre, de la sociedad y de la política, de sus valores y de sus fines, distintas y contradictorias. Es el resultado de la confrontación de clases sociales con intereses y acciones concretas. Dependiendo de cómo se resuelvan estos conflictos entre el discurso y la práctica de los grupos que defienden por un lado el bien común y por el otro aquellos que son defensores de los intereses de grupos minoritarios, de cómo se vaya logrando la armonía entre justicia y libertad, podremos hablar de sociedades no democráticas o de sociedades plenamente democráticas, de comunidades en transición a la democracia o en proceso de perfeccionamiento de la misma. Este perfeccionamiento de la democracia sólo se logrará cuando el poder acotado, adquiera una esencia humanizada y un ejercicio ético-moral con una clara directriz filosófica de beneficio social.

"No hay tal vez ningún régimen político bueno, pero la democracia es con toda seguridad, el menos malo" (PVO)

Un problema central que desarrolla el autor en esta obra y que a mi juicio constituye la principal aportación de la misma, es el de la antinomia entre el poder y la moral o bien la búsqueda de una fórmula que permita limitar éticamente al poder político, y yo agregaría, al poder económico e ideológico.

De manera tradicional los políticos y todos los que detentan el poder -sobre todo a la luz de concepciones de raigambre pragmático utilitario, positivistas o neopositivistas y ahora neoliberal- no toman en serio a la filosofía a lo humanístico y mucho menos a lo ético y a lo axiológico: todo ello es propio de la �momisa�, de los �rucailos�, eso es pasado de moda, etc. Hoy día se pasa por alto que el ser del hombre tiene un rasgo fundamental de naturaleza ético-axiológica que le permite enmarcar su conducta en principios y normas. Empero, en el pecado está la penitencia, este olvido u omisión nos ha llevado a la crisis integral que hoy día vive la humanidad y que desde Engels y Marx ya era caracterizada y que hoy día uno de los más grandes pensadores de la actualidad mexicana, el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez, vuelve a traer a la palestra al señalar y prevenirnos de que esta crisis crónica, moral, axiológica, económica, política, social y cultural que viven las sociedades actuales capitalistas, corre el riesgo de concretarse y llevarnos aun estadio de barbarie. (La Jornada 17/X/98 p. 25)

La crisis integral que hoy vivimos es producto de un descuido crónico del aspecto ético, moral y axiológico de la vida del hombre, que el principio de competencia, el interés de lucro, el ansia del tener y el deseo de poder desplazaron y ocuparon desgraciadamente su lugar. Este descuido agrava la situación actual que vivimos, éste se manifiesta en el ámbito del proceso de antropogénesis humana; es decir, cuando hemos olvidado la formación ético, moral y axiológica en el proceso educativo de los niños y jóvenes mexicanos de ya muchas generaciones, con la consiguientes nefastas consecuencias para todos hoy día.

Por lo anterior, resulta necesario, dice Sánchez Azcona, "incorporar y fortalecer una formación ética (yo propongo formación cívico-moral) a través de la educación es un imperativo irrenunciable para el desarrollo y sentido de la existencia de cada persona" (P. 76)

Al igual que para muchos pensadores, para el autor de Ética y Poder, la Institución Escolar y la Familia son las principales entidades o agentes de socialización y de formación del hombre, por ello es importante que éstas sufran una radical e integral transformación para que sean capaces de crear las condiciones necesarias y suficientes a fin de lograr una formación omnilateral �como la que propone Marx� que le de un lugar privilegiado a la formación moral y axiológica, con sólidos principios y valores humanísticos y sociales, para que al propio tiempo podamos reorientar moral y axiológicamente a la sociedad, cuando los hombres así educados, manifiesten esa nueva formación valoral, en actitudes cualitativamente distintas y superiores. Un colectivo social, afirma Sánchez Azcona, se desarrollará sólo con objetivos y acciones a favor de la vida (biófilos) y no con sus contrarios (necrófilos) que garantizan desde ya, su propia destrucción.

Al decir del autor que hoy nos ocupa, en México se está caminando la vía necrófila. El Modelo Económico Neoliberal impuesto autoritariamente desde las altas esferas del poder político, ha agravado el desinterés y la apatía real y tradicional que se tiene hacia una educación de calidad y más aún hacia una educación cívico, moral y axiológica. No es del interés del Estado, ni del gobierno estimular una educación cualitativamente superior, el poder es reacio a someterse a una visión ético-axiológica de altas miras humanas. El poder y su ejercicio se tornan extraños al hombre y se vuelven contra él, se ubican por encima de él y de la comunidad en una suerte de enajenación política, dejando de un lado el principio fundamental cameralista de que la política y la administración publica tienen como telos básico: el bienestar y la felicidad de los integrantes de la sociedad.

El poder se aprecia como algo superior y esencial, se han trastocado y subvertido los principios, y los medios de información masiva, en especial la televisión, son responsables de este hecho. El deseo de poder y su ejercicio, olvidan al hombre y a sus necesidades materiales y espirituales, la existencia humana pasa a ser secundaria y su destino se deja a merced de la "lógica del mercado", de la competencia, de la rapiña insensible disfrazada de ideología liberal o neoliberal, a merced de lo que Marx y Engels denominaron desde el siglo pasado la miseria material y espiritual al que el modo de producción capitalista ha arrojado, por espacio de cinco centurias, al hombre.

La vida nos pone a los hombres de hoy �padres de familia, gobernantes y educadores� en una crucial alternativa: o la visión humanística, biófila y cualitativamente superior o el camino necrófilo de la deshumanización, la enajenación, del empobrecimiento integral del ser del hombre. Si escogemos la primera parte de nuestra alternativa, significa navegar contracorriente en las condiciones actuales que presenta el poder, su ejercicio, la política y la educación, si la segunda, iremos plácidos y tranquilos �más temprano que tarde� hacia el rebajamiento paulatino de la dignidad del hombre, es decir, hacia su destrucción en aras del poder por el poder mismo y de un horizonte paradigmático, apático, sin valores y sin moral, tal vez a �la nada� de la Historia sin Fin.

Por todo ello, Sánchez Azcona afirma que es necesario internalizar en las jóvenes generaciones un espíritu humanista para asegurar el camino hacia una sociedad más feliz por más justa y libre; pero esto sólo se logrará si y sólo si, somos capaces �cosa difícil por cierto� de cambiar la praxis del poder, si somos capaces de transformar su rostro y fisiología, para que el poder y sus consecuencias dejen de ser lo que tradicionalmente y hasta hoy han sido para el hombre: uno de sus peores enemigos.

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